martes, 17 de mayo de 2016

Mi postparto: sombras, sangre y lágrimas

Mi postparto fue muy complicado, la etapa más dura (hasta ahora) de mi maternidad. No estaba preparada para semejante shock hormonal, ni tampoco mencionaron nada al respecto en las clases de "preparación al parto" (en las que tampoco me prepararon para el parto, un fiasco).

Los dos días en el hospital fueron tranquilos. La sobreprotección crea una falsa calma que se derrumba al llegar a casa. Tras 48 horas en vigilancia constante (incluso despertándonos de madrugada) de madre y bebé, el volver a tu hogar y que nadie nos tome la temperatura ni compruebe nuestra evolución, se hace complicado. ¡Por fin! ¡Mi casa! ¡Mi intimidad! Pero... ¿Y si lo hago mal?

Dudas, sombras que te envuelven y que te hacen desconfiar de cada paso que das. El empoderamiento que sentí en el parto se vió poco a poco devorado por la sombra del miedo, del "y si me he equivocado", "y si no estoy preparada para ser madre", "y si no era el momento". Miraba a mi pequeño y lloraba a la vez de alegría y de miedo. Ya os conté en uno de mis primeros post, los mares que lloré los primeros días, y como Papá Oso, mis padres y mis amig@s intentaban contener esa inundación hormonal, como buenamente podían (y sabían).

Todo lo anterior vino acompañado de una recuperación postparto un tanto complicada. Únicamente me habían dado cuatro puntos (creo, ya se me ha olvidado), pero el sangrado era constante. "Puedes estar manchando toda la cuarentena", te dicen; y yo, que siempre he sido muy competitiva, manché toda la cuarentena y un mes más, es decir un mes y medio aproximadamente sangrando. Me hice analítica esperando una anemia "de caballo" que no fue tal, y fui a revisión tres o cuatro veces. Me llegaron a comentar que un trocito de placenta podía haberse quedado dentro, pero en las ecografías no se veía nada.

La explicación a semejante gasto en compresas fue, que tras el sangrado postparto, me vino la regla, que tras diez meses desaparecida, quiso hacer una aparición estelar y quedarse conmigo más tiempo del habitual, algo al parecer bastante normal.

Lo complicado, además de incómodo del tema, era que la zona estaba muy sensible, y llegó un momento que no podía estar de pie del malestar que sentía; así que en cada paseo aprovechaba los bancos que iba encontrando a mi paso.

Al escribir este post se me hace un nudo en el estómago recordando aquellos días, y aunque los siento muy lejanos, no he olvidado la sensación de desamparo y de inseguridad que me envolvía. En esos momentos, es tan importante un círculo de madres, una tribu en la que apoyarse,... Creo que es el momento más vulnerable de la mujer en todo el proceso de cambio que supone la maternidad, y puede llegar a extremos muy delicados como la depresión. 

Pero todo pasa, y te vas adaptando a la situación. Con el tiempo, vuelves a sentirte poderosa y capaz de cualquier cosa, dejando atrás las sombras, la sangre y las lágrimas.

1 comentario:

  1. Maare mia... el temido post parto!! Una amiga y yo hemos pensado en crear un curso post parto para explicar a las futuras mamas lo duro de los primeros dias en casa!!
    Para mi fue bastante duro porque la llegada del peque vino acompañada de un cambio de casa y de ciudad, a parte del cambio de vida taaan radical q supone esto!!
    Pero gracias a las redes sociales encontramos a otras mamas q se encuentran en tu misma situacion y la sensacion de estar volviendote loca y ser la peor madre del mundo disminuye considerablemente!!
    Un besazo muy grande guapa y gracias por compartir todas estas experiencias con nosotros!!

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