lunes, 14 de enero de 2019

Claves para un postparto "fácil"

Consejos vendo, para mi no tengo.
Soy la primera que me sé la teoría y luego la práctica la aplico regular, pero igual, a ti te sirve, y te facilito “un poquito” las cosas.
Mis postpartos no han sido fáciles. Bueno, creo que ningún postparto es fácil de por sí.
El primero me removió mucho emocionalmente, e ingresamos con Pajarin cuando tenía tan solo 14 días.
El segundo, al que temía muchísimo emocionalmente, ha sido muy complicado a nivel físico. Tres meses sangrando, con su correspondiente anemia e intervención para quitarme un mioma, y remolino emocional cuando ya me encontraba bien físicamente.
De hecho, podría decir, que con un bebé de casi 6 meses, sigo todavía en una montaña rusa de puerpera.
Ya me dijo “mi alma gemela” que el postparto del segundo era muuuucho más largo. Supongo que apenas hay tiempo para dedicarse a una misma y sus emociones, y esto se va alargando en el tiempo.
Así que aquí te dejo unos consejos (o “tips” en moderno) para sobrellevarlo lo mejor posible:


1. Cómprate (o pide prestado) un portabebés.

La mayoría de bebés, simplemente por el hecho de serlo, necesitan mucho contacto, y como solemos tener otras mil cosas que hacer, o incluso, atender a otrxs hijxs; lo de tenerles todo el día en brazos puede ser muy desesperante.
Un portabebés te permitirá cubrir esa necesidad de tu bebé (y tuya) de contacto, con los brazos totalmente libres.


2. Sal a la calle.

Aunque haga frío, viento o llueva. Aunque la pereza te impida despegarte del sofá. De verdad, sal a la calle. Con un portabebés, un buen abrigo, y un paraguas, no hay clima que se resista. 
A ver, que no vas a salir diluviando, pero en el norte, como esperes a que haga buen tiempo, te quedas medio año en casa.
Así que equípate y sal. 
Que el viento te despeine, que el sol caliente tu cara.
Ver gente, salir de tu burbuja de pañales, leche agria, despertares y llantos, te hace darte cuenta de que hay vida más allá, que esto pasa, y que los bebés crecen y las madres sobreviven.


3. Pide ayuda.

Es algo que nos suele costar. Nos han enseñado a ser autosuficientes y hacer todo por nosotras mismas. Pero, hazme caso, es una mentira enoooorme.
Y más con un bebé totalmente dependiente, que con un poco de suerte te deja ducharte cada dos días.
Deja de pedir comida (porquerías) a domicilio. Pide a tus padres, amigxs, vecinxs, hermanxs o cuñadxs, que te lleven unos tupers, que se hagan cargo un rato de tu/s otro/s hijx/s, que te hagan la compra, o cualquiera de las cien mil cosas que tienes en la lista de pendientes.
Seguro que lo harán encantados, y si no, da igual, te toca pensar en ti y en tu bebé.





4. Hazlo fácil, no difícil.

Esta es una frase que utilizo bastante con Pajarin desde que estaba embarazada, y ahora cuando me quedo sola con los dos:
“Cariño, vamos a hacerlo fácil, no difícil”.
Pues eso, que igual hacer una pizza casera, masa incluida, no es lo más sencillo con un bebé muerto de sueño y un hijo mayor muerto de hambre. Una masa congelada ( o una pizza preparada) hace el apaño y nos facilita la vida.
Ir de rebajas, a primera hora, para poder probarte y que la tienda esté todavía medio ordenada, tal vez no sea compatible con el ritmo de tu bebé. Tira de compra online, que es muy apañado y casi siempre puedes devolverlo sin problemas.
Esto Papá Oso lo tiene muy integrado, “¿Para qué me voy a estar complicando tanto?”. En esto, ellos suelen ser mucho más prácticos.


5. Observa mucho a tu bebé.

La comparación es tan odiosa como inevitable, y suele aparecer tanto si tenemos otrxs hijxs, como si tenemos cerca otros bebés.
Seguro que el tuyo es el que come y/o duerme peor, ¿verdad?
Observa a tu bebé, es único, y haciéndolo empezaras a ser consciente de cuál es su naturaleza, de cuál es su ritmo y sus necesidades.
Aunque tal vez preferirías que fuera de otra forma, que “no te lo pusiera tan difícil” (el no te lo pone de ninguna manera, que conste, no hace las cosas para fastidiarte), que durmiera más tiempo, no se despertara tanto, y un largo etcétera,… Tu bebé es único, inigualable, igual que lo es su temperamento y la personalidad que irá desarrollando a lo largo de la primera infancia.
Puedes aceptarle y acompañarle, o luchar contra él…
(Todo esto me lo digo a mí directamente, pero igual te sirve).





6. Delega. Es su padre.

Ufff, como nos cuesta a veces delegar, ¿verdad? Sobre todo cuando nuestrxs hijxs son pequeñxs. Nadie lo va a hacer como nosotras, ni siquiera su padre.
Pues no, efectivamente no lo va a hacer como nosotras, lo va a hacer como él sabe, como su padre que es. Y estará bien, porque nuestro hijo descubrirá y se enriquecerá de otra forma de hacer las cosas; bien sea cambiarle el pañal, dormirle, portearle o cantarle una canción.
¡Confiemos!


7. Rodéate de madres.

La tribu es muy importante. 
Dejar de sentirte una loca o una exagerada. Comprobar que lo que te pasa a ti le pasa a otras muchas.
Tal vez tus amigas, vecinas, primas o hermanas no tengan hijxs, o los tengan ya tan mayores que hayan olvidado la etapa tan intensa en la que te encuentras, pero seguro que hay algún grupo de crianza cerca de tu casa (o en la otra punta de tu pueblo/ciudad) al que merece la pena que te acerques de vez en cuando para compartir, hablar o solo escuchar.
Y sino, siempre nos quedará internet, las videollamadas y los audios de WhatsApp.


8. Pon música.

La música es sanadora, para nosotras y para nuestrxs hijxs. 
Cantar, bailar, escuchar música que nos gusta, que nos motiva, que nos sube el ánimo o que nos relaja.
A mi, desde luego, puede cambiarme el humor y enderezar el día que había empezado torcido.
Es una herramienta muy sencilla, que se me olvida casi siempre.


¡Feliz postparto!