martes, 13 de junio de 2017

Merecidas vacaciones

¡Sí! ¡Que nos vamos!

Pues eso, que nos vamos de vacaciones y dejo el blog descansando un par de semanas, que se lo merece (y yo también).

Va a ser mi primer camping (¡ya es hora!), y seguro que la aventura dará como mínimo para un post.

Puedes seguir nuestras andanzas por Instagram, que si la batería y la conexión lo permiten, me iré asomando por allí.

¡Hasta pronto!




lunes, 5 de junio de 2017

Runner a medias

Lo de ser "runner" o "persona que va a correr" (de toda la vida), se ha puesto muy de moda de un tiempo a esta parte, y ya antes de quedarme embarazada de Pajarin me compré el libro "Running para perezosas" con la ilusión de ser una más recorriendo en mallas la ciudad. Un día duré.

Con el cambio de aires y de paisaje, volví a animarme. Lo de ir a hacer deporte al aire libre es mucho más agradable sin calles llenas de gente, coches y contaminación. Llevaba ya un mes aproximadamente yendo a andar (entre media hora y una hora 4-5 días a la semana), y decidí probar. Me sentía algo más ágil, y tal vez era el momento.

El libro "Running para perezosas" va dando pautas para ir aumentando gradualmente el entrenamiento, y llegar a correr una hora seguida en un plazo de 28 días. Se comienza con pequeños intervalos correr-andar, y según avanza el tiempo se van incrementando los minutos de "running". Como yo no he corrido nunca, consideré que lo mejor era repetir cada pauta diaria dos veces, de modo que mi entrenamiento se alargaría, pero daría la posibilidad a mi cuerpo de irse adaptando poco a poco.

Bien, el primer día casi muero. Tras correr un único minuto, necesité dos de andar para reponerme.  Se me salía el corazón por la boca. Aquello no pintaba nada bien. Pero yo, que soy bastante cabezota, me empeñé en que esta vez sí lo iba a conseguir. Y lo conseguí a medias.

Los primeros días me sirvieron para que mi corazón no se desbocara como un caballo loco y era capaz de recuperarme en el tiempo estipulado. Sin embargo aparecieron en escena mis maltrechas rodillas. Me dolían al correr, y si aquello no mejoraba, tendría que dejarlo.

Insistí (como buena Tauro) y poco a poco, y supongo que por fortalecimiento de los músculos de la zona, las rodillas dejaron de doler. No me podía creer lo que estaba consiguiendo, ¡yo corriendo! A ver, corriendo lento sí, pero corriendo. Lo importante no es la velocidad, sino la resistencia, y lo estaba consiguiendo.




Cada vez que superaba con éxito un nuevo día de entrenamiento, aquello era un subidón. Me sentía más ligera, más en forma, más positiva. El deporte nunca ha sido lo mío, y poder medio-disfrutar de correr suponía un gran logro. Digo medio-disfrutar porque muchos días me daba muuucha pereza salir, e incluso correr una vez que estaba en la calle, y. cuando lo hacía miraba el reloj constantemente porque se me hacía eterno.

Decía antes que lo conseguí a medias, porque no he llegado a correr una hora (me quedé en 40 min aproximadamente) y porque lo he dejado. Muy a mi pesar, he perdido el ritmo de entrenamiento que llevaba, hace casi un mes que no corro, y dudo que vuelva a retomarlo. Los turnos de Papá Oso, estar con Pajarin, el calor y el no-efecto en la báscula, han hecho que me desmotive totalmente. 

Correr me supone un gran esfuerzo (logístico, físico y mental), y el no ver efectos en el peso lo llevo bastante mal. 
Sí, lo sé, llevaba poco tiempo. 
Sí, lo sé, para adelgazar también hay que zampar menos. 
Sí, lo sé, correr no es el mejor ejercicio para adelgazar y eso no es lo más importante. 
Supongo que es mi principal excusa como "antideporte" que siempre he sido, y que creo que sigo siendo. Es una pena, pero no me gusta hacer deporte, me supone un esfuerzo, y si no observo resultado en mi cuerpo, me desmotivo.

He de añadir que también me han aportado en este tiempo información nueva sobre el ejercicio idóneo para no impactar en el suelo pélvico y para compensar el "sobre esfuerzo" de portear, y ese ejercicio no es correr, sino andar. Así que supongo que volveré a mis "caminatas de señora", que no es un deporte como tal, pero me muevo más que sentada aquí delante del ordenador.

Para terminar, unos consejos de esta "runner a medias", que me funcionaron en su momento:

-Cascos y música: Algo fundamental para mi. El entrenamiento era totalmente diferente cuando la música era motivante.

-Compartir tu evolución: Con quien quieras, incluso en redes sociales. Parece una tontería, pero somos muy del "que pensará el otro", y a mi compartir la evolución, me servía para irme superando y obligarme a continuar.

-Escucha a tu cuerpo: Es importante estar atent@ a las señales de nuestro cuerpo y como va evolucionando.

-Estira siempre: A mi se me ha olvidado más de un día, y se nota cuando vas a entrenar al día siguiente.

-Descansa: Respeta los descansos que marca el libro (si es que lo sigues) o tu cuerpo, y trata de dormir suficiente. Parece que un día que no entrenas pierdes ritmo, pero al contrario, recuperas energía.


Si yo he podido, de verdad, cualquiera puede. Lo más difícil es proponérselo.

jueves, 1 de junio de 2017

A solas en tren con Pajarin

El pasado 26 de mayo viajé por primera a solas en tren con Pajarin. Es decir, en el tren había más gente, pero responsables de Pajarin, solo yo.

Tras un viaje eterno Pamplona-Cádiz, decidimos ahorrarle (y ahorrarme) unas cuantas horas de coche cogiendo un Ave Sevilla-Madrid.

Pensé que si viajábamos después de comer, igual se dormía y se nos hacía cortito el viaje (Ay! amiga, tú tan soñadora como siempre). Aún así fui cargada con múltiples "divertimentos" que pudieran entretenerle por si mis deseos más profundos no se cumplían.

Y es que la hora elegida para viajar yo la considero esencial. Bueno, más que la hora, el momento. Cada niño es diferente y sus ritmos también, por lo tanto es cada familia la encargada de valorar "ese momento", aunque también habrá niñxs que se adapten a cualquier situación y cualquier momento les parezca bien (e incluso duerman todo el viaje!).

Pues bien, viajar en el "momento siesta" en tren, no resultó mal del todo. Pajarin estaba cansado y su nivel de energía era bajo, pero la situación era nueva y había demasiados estímulos como para dormirse: los botones que manejan el audio de la película y radio del tren, gente sentada delante y detrás, la ventanilla y la rejilla del aire acondicionado, unas bandejas que suben y bajan y que además se pueden usar como tambor, un reposabrazos que también sube y baja, un asiento del que bajar y volver a subir, el ruido que hacen las cosas al tirarlas al suelo, recostarse haciendo ilusiones a mamá de que se duerme y volver a sentarse, etc.




Reconozco que me la jugué, porque esa baja energía y esa situación nueva, podrían haber derivado en un bucle infinito de cansancio y niño "pasado de rosca", con sus correspondientes enfados, frustraciones, gritos y llanto. Es algo que ya nos ha pasado alguna vez yendo en coche, y bueno, es complicado, pero consigo gestionarlo con paciencia o incluso parando. Pero, ¿y si me hubiera pasado en el tren? Pues mochila de porteo y paseo por el pasillo ida y vuelta y cruzar los dedos.

Al viajar en tren con un bebé menor de dos años, no tiene asiento propio; viaja encima de ti (obviamente puedes pagar un asiento para un niño mayor de dos años y listo). 20 meses y 14 kilos  de niño en movimiento durante dos horas y media sobre mi, no es la situación ideal, y guardaba la esperanza de que el asiento de mi lado estuviera libre, aunque en un Ave Sevilla-Madrid un viernes al medio día, era más que complicado. 

Al ver que el tren arrancaba y el asiento de mi lado estaba vacío, casi lanzo confeti y serpentinas, pero a la media hora apareció su ocupante "que estaba comiendo en la cafetería".  Debí poner cara de desesperación, y la maravillosa mujer decidió buscar otro asiento "para que viajáramos tranquilos, que viajar con un niño en tren no es fácil. Tengo tres, sé lo que es". Casi se me caen dos lagrimones de la emoción...

Y así transcurrió nuestro viaje, entre minilibros (estos de Kalandraka son geniales), encajables, cuentos y canciones. Por suerte, Pajarin no se sintió tentado por el pasillo, tan recurrente como entretenimiento para "primeros caminantes". Fue sentado en el asiento de la ventanilla y creo que el hecho de que ningún niñx pasara por nuestro lado "de paseo" evitó que descubriera esa opción tan maravillosa de viajar en tren. Aunque no descarto que en próximos viajes lo descubra y nos paseemos en bucle vagón tras vagón.




Para terminar, me gustaría dejar aquí una reflexión en cuanto a viajar en tren con niños. Creo que es uno de los medios más utilizados por familias, ya que es cómodo, ahorras tiempo y el hecho de que otro conduzca nos permite ocuparnos de los niños, los que, además, pueden moverse sin problemas durante el viaje. Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido la maravillosa idea de crear un vagón para familias (con niños, se entiende), con sus mesitas y asientos más bajos para que puedan pintar, con una zona de suelo adaptada donde puedan jugar, un cambiador en condiciones dónde quepan niños más grandes de tres meses y no apeste a "pis reconcentrado" y otras cosas... Donde los padres puedan viajar tranquilos con ese alboroto de niños de fondo y sin la tensión del hijo que grita y llora y las miradas acusadoras de medio vagón que quiere viajar "tranquilo" ¿Será por seguridad o simplemente no interesa?
Ya existe el Coche Silencio, en el que obviamente no se permite que viajen niños... Saquen sus propias conclusiones.