jueves, 3 de marzo de 2016

Mi primer lunes

Este post debería haberlo publicado el lunes, pero Pajarin cada vez duerme menos y me reclama más, así que llego un par de días tarde a la cita. 

Esta semana, como todas, empezó por lunes; mi primer lunes.

Mi primer lunes de madrugón, de vestirme con los ojos cerrados y beberme el café de un trago. De salir a la calle tiritando, montarme en el coche helada y aprovechar cada semáforo para calentarme las manos con el aire caliente de la calefacción. De escuchar Radio Olé y esbozar una leve sonrisa, pese a que sean las 7:30 a.m de un lunes. De "comerme" un atasco y decenas de semáforos. De aparcar en el descampado y llenarme las botas de barro. De caminar helada de nuevo, pensando en lo agusto que estaría bajo mi edredón, calentita, dumiendo... De colgarme la tarjeta al cuello y abrir esa puerta que hace meses que no cruzo. De saludar, dar besos, aguantar comentarios poco acertados y disimular mis ganas de llorar con una sonrisa forzada. De retomar mis tareas, no donde las dejé, porque todo ha cambiado tal y como ya conté en un anterior post. De reaprender lo olvidado, de apoyarme en mis compañeras que tanto deseaban que volviera y sentarme frente a esa pantalla que tan poco he echado de menos. De mirar incesantemente la hora y desear que el reloj tenga prisa, porque yo la tengo y cada minuto se hace eterno. De dar vueltas a la cabeza pensando que hago ahí, si no quiero estar, si eso no es lo que me hace feliz.

Mi primer lunes sin mi Pajarin, sin observar su despertar, tranquilo, sonriente. Mi primer lunes sin remolonear en la cama junto a él, jugando con las manos y haciéndole reir. Mi primer lunes con horarios, sin ese caos diario al que me he acostumbrado y adoro. Mi primer lunes sin jugar en la alfombra, sin cantar canciones inventadas, sin lavar ni preparar biberones, sin salir de paseo al sol, mochila a cuestas y que todo el mundo comente lo agustito que tiene que ir ahí mi pequeño. 

El 29 de febrero habría sido mi primer lunes. Mis 16 semanas de baja, mi lactancia acumulada y mis 15 días de vacaciones pendientes de disfrutar de 2015 han finalizado. ¿Ya? "Te parecerá poco", pensarán algunos. Poco no, me parece poquísimo, un engaño, una estafa para la mujer, que con cuatro o cinco de meses a lo sumo, debe dejar a su bebé, acostumbrado al contacto de su madre las 24 horas del día.

Así que mi determinación hace un tiempo fue clara. Pajarin es lo primero, mi felicidad, su felicidad, el tiempo junto a él. 

Mi primer lunes tendrá que esperar, no mucho, aunque si lo suficiente para, de momento, olvidarme de él.


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