jueves, 21 de enero de 2016

Ser madre está penalizado

Si has sido madre recientemente y trabajabas antes de dar a luz, es muy probable que te sientas identificada con lo que voy a contar en este post.
Hoy hace justo seis meses que dejé de ir a trabajar. Me dieron la baja en la semana 29 y todavía no he tenido que incorporarme. Si no tuviéramos en cuenta la lactancia acumulada ni las vacaciones pendientes de 2015, mis 16 semanas de baja maternal finalizarían este domingo, y por lo tanto el próximo lunes me tendría que incorporar. Realmente no te das cuenta del fraude que son 16 semanas de baja hasta que tienes a tu hijo. Son sólo 16 semanas de vida, en un momento en el que evolucionan más que nunca, empiezan a ser conscientes de tu existencia y a reclamarte.

Estos días pasados, mi cabeza no paraba de dar vueltas. "Ojalá no tuviera que volver a trabajar. Ojalá el sueldo de mi marido fuera suficiente para mantenernos". Pero no lo es, y tengo que volver. Aún me queda algo más de un mes (parece mucho, pero ya han pasado casi cuatro y no me he dado ni cuenta), pero lo veía tan cerca que me daba hasta pánico. ¿Por qué nos vemos obligadas a separarnos tan pronto de nuestros bebés?

Decidí informarme, porque nadie te cuenta nada, por lo menos en mi empresa, no vaya a ser que te enteres de los derechos que tienes y los quieras ejercer. Llevo una semana esperando a que me informen sobre un permiso no retribuido de un mes que se recoge en mi convenio. Tanta espera para recibir esa información me hace suponer que no les interesa dármela (sí, soy muy mal pensada).

Con esta desazón de si tendré derecho a solicitarlo, continúo en mi búsqueda de información, y gracias a mamás futuras y recientes, descubro que la solicitud de excendencia para el cuidado de hijos  no tiene un mínimo fijado. Es decir, no había contemplado la posibilidad de solicitar excedencia porque el mínimo eran cuatro meses y no podíamos asumirlo. Al no existir ese mínimo, este problema desaparecía. Me podía pedir una excedencia de 10 días, un mes, dos,... Respiré aliviada. Este era un derecho que no me podían negar, y apretándonos el cinturón (hasta el último agujero), podría disfrutar de uno o incluso dos meses más de mi Pajarín.

Sin haber comunicado aún nada a la empresa (la decisión estaba casi tomada, pero teníamos que hacer números de verdad, por escrito), recibo una llamada de mis responsables (ambas mujeres y madres). Se trataba de comentar algunos puntos para evaluar mi evolución los últimos seis meses (sí, esos meses que he estado de baja), un absurdo, pero les obligaban a hacerlo.

Aprovechando la llamada, me preguntan qué planes tengo para este nuevo año. Para que entendáis la situación, en noviembre de 2014 me propusieron ser coordinadora de mi departamento; y hasta julio de 2015 en que me fui de baja, estuve ejerciendo de ello. Según dicen, no del todo, estaba aprendiendo. Es decir, lo hacía de gratis; sin cobrar el sueldo que correspondería a ese puesto. Este mes de enero debía llegar la anhelada subida de sueldo. "¿Te van a subir el sueldo estando de baja?", me comentaba alguna amiga. ¿Por qué no? Pensaba yo. Es lo que deberían hacer. Obviamente había contemplado la posibilidad de que no lo hicieran, o de que la subida fuera ridícula, y renunciar al puesto. Bueno, no sería necesario siquiera renunciar, mi puesto no era oficial ("estaba aprendiendo").

Volviendo con los planes laborales para 2016. Mis planes son que me toque la lotería y no volver a trabajar, que Papá Oso encuentre un trabajo mejor y pedirme una excedencia larga, montar mi propia empresa y trabajar desde casa... Pero esos son mis planes secretos. A ellas lo que les he contado es que mi idea era seguir donde lo dejé, seguir aprendiendo y cogerme reducción de jornada. "¿Qué reducción?" Mi jornada normal es partida, y estoy fuera de casa once horas; por lo que mi idea de jornada reducida es venir a casa a comer, y de paso poder turnarme con Papá Oso, que suele trabajar de tarde. Prescindimos de guarderías y terceras personas para cuidar a Pajarín, que consideramos que dentro de nuestras posibilidades es lo mejor que podemos hacer.

Pero ahí está el problema, una jornada reducida no es compatible con el puesto de coordinadora (excusas y motivos varios), voy a estar demasiado pendiente de irme a mi hora para llegar a cuidar a mi hijo, y no voy a poder ejercer ese puesto al 100%. Puesto que no es oficial y por lo tanto "no me están arrebatando". Se me ha hecho un nudo en la garganta y a punto he estado de echarme a llorar, aquí, sentada en mi sofá, en pijama y bata y recién desayunada. Pero según avanzaba la conversación, me elogiaban y me prometían contar conmigo en futuros proyectos, mi cabeza iba por libre. Ya no me iba a sentir "culpable" por pedirme una excedencia (parece que quedaba feo que me subieran el sueldo y decir que hasta dentro de tres meses no me iba a incorporar), iba a salir siempre a mi hora, no iba a tener responsabilidades más allá de mi trabajo diario, ni exigencias absurdas, ni estrés, ni reuniones constantes...

Mientras, mi mente de mujer trabajadora (la otra era la de mujer madre), mi mente de mujer licenciada, no conformista y con grandes aspiraciones; pensaba que era injusto, que de nada había servido mi trabajo todos esos meses, y que por mucho que quieran negarlo, por mucho que presuman de facilitar la conciliación, ser madre está penalizado.

Me uno al eslogan tan acertado de Malas Madres: Yo no renuncio a ver crecer a mis hijos. Renuncio a un sueldo más alto, renuncio a una posible proyección en la empresa, renuncio a hacer grandes viajes y comprar cosas caras.

La sonrisa de Pajarín, formar parte de su evolución diaria, comérmelo a besos y disfrutar de cada segundo a su lado,... Eso no tiene precio, y es a lo que no renuncio.

2 comentarios:

  1. Raquel, me acabo de "encontrar" con tu blog y me he leido varias entradas de golpe (vamos, como que he estado mas de una hora leyéndote). Me he sentido tan identificada con tus palabras!!
    Gracias, yo tambien tengo una peque de 7 meses y he pasado por cosas muy parecidas que me han llegado a desmoralizar por momentos. Pero tus palabras y demás blogers que hablan de la maternidad ayudan a seguir adelante, a saber que no estamos solas, y que poco a poco llegaremos a disfrutar de mas derechos como madres y padres.
    Gracias!!

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    1. Ay! Qué ilusión me hacen tus palabras Ana! Me alegro que te hayas identificado y sobre todo que te haya animado a seguir p'alante! Poquito a poco entre tod@s, vamos haciendo camino. Un beso muy grande!

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