martes, 10 de julio de 2018

La llegada de Polluelo al mundo (I)

El 3 de julio Polluelo y yo cumplíamos nuestra "fecha probable de parto" y daba la casualidad de que mi padre tenía que viajar a Madrid, se iba el 3 y volvía el 4. Mi madre era la encargada de quedarse con Pajarin cuando tuviéramos que irnos al hospital, y decidió que la noche del 3 de julio se venía a casa, así ya estaba aquí por si se desencadenaba el parto.


"¡Qué buena noche para nacer! Anda Polluelo, anímate, que la abuela está aquí y nos podemos ir tranquilamente".  Además, al día siguiente tenía revisión con la matrona y la ginecóloga, monitores y eco... Algo que no me apetecía nada. Sé que en muchos casos empiezan a hablarte de inducción, y con lo agorera que es mi gine, prefería ahorrarme la visita.

Aquella tarde estuvimos en la piscina, y yo estaba realmente agotada. Cada vez que Polluelo se movía, tenía una contracción (de las previas, no de parto), y lo de estar todo el día con la tripa dura me tenía exhausta. A eso añadíamos la pesadez, las ganas de parir y el calorazo que me impedía descansar bien.




Pues parece que Polluelo me escuchó y aquella noche antes de acostarme empecé con alguna contracción, no muy dolorosa, pero oye, algo se estaba moviendo. Me acosté con la esperanza de que aquella sería nuestra noche.

La noche pasaba. Cada vez que me despertaba y miraba la hora sentía que se nos acababa el tiempo, que no iba a ser nuestra noche.

Y efectivamente, eran las 6 de la mañana, y salvo alguna contracción aislada, tipo pródromo, por allí no se había movido nada. Me levanté a hacer pis, dispuesta a recoger la muestra de orina que tenía que llevar a la matrona. 
Pero entonces, al levantarme de la cama e ir al baño: "¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!" 
Papá Oso vino corriendo: "¿Qué pasa?"
"Que se me ha roto la bolsa".

En aquel momento me bloqueé. Era una de las cosas que más temía. La rotura de bolsa, en muchas ocasiones va asociada a inducción, y además el protocolo de mi hospital era esperar tan sólo 12 horas (en la mayoría son 24h y en algunos incluso 48h, como en el que nació Pajarin). Tenía 12 horas para ponerme de parto y sino me lo provocarían. El miedo me inundó. Algo que no me venía nada bien...

Traté de centrarme. Las aguas eran claras y notaba los movimientos de Polluelo. Todo estaba bien. Escribí a la matrona con la que iba a haber tenido el parto en casa para que me guiara sobre cómo actuar, ya que lo que no quería era irme corriendo al hospital.

Me fui con Papá Oso al salón (con 3 compresas y un empapador) y pensamos cómo íbamos a actuar. No tenía contracciones, si acaso alguna leve cada 15-30 min.

Pajarin se despertó a las 7 (nos ha salido madrugador el chico) y hablamos con mi madre para que se lo llevara a su casa, ya que con él por allí rondando, cantando y con su energía incansable, no me veía capaz de relajarme.

Hacia las 9:30 nos quedamos solos. Apenas había dormido 6 horas así que estaba agotada. Desayunamos y nos metimos en la cama a oscuras para tratar de descansar un rato y ver si Polluelo se animaba. La matrona nos recomendó esperar tranquilos en casa. No hacía falta ir corriendo al hospital, e ingresar allí para esperar a ver si me ponía de parto, era peor que esperar en la intimidad de nuestra casa.

Creo que conseguí dormir algo, pero el hecho de que las contracciones no llegaran me ponía bastante nerviosa. "Es normal que se pueda estar hasta 24 horas con bolsa rota sin ponerse de parto", me dijo la matrona, pero claro, yo tenía solo 12h...

Hacia las 11:30h empecé a agobiarme y le dije a Papá Oso de irnos ya al hospital. Llevaba días preocupada con que Polluelo no estuviera bien colocado, ya que la matrona en la última visita me dijo que tenía la cabeza un poco en diagonal, y yo además notaba como que "apoyaba" algo en mi cadera izquierda... Así que temía que pudiera desencadenarse el parto y su postura supusiera un problema.

Papá Oso me ayudó a relajarme, me dijo que nos pusiéramos una serie, y que ya iríamos al hospital un poco más tarde, que había tiempo. Polluelo además no paraba de moverse, así que decidimos seguir en casa. 

Aquello era un espectáculo de empapadores, compresas, sábanas mojadas, Papá Oso con la fregona detrás... Nada cómodo lo de ser una fuente...

Estuvimos con las persianas bajadas todo el día, Papá Oso me hizo masajes en manos y pies para relajarme, comimos, me senté en la pelota para tratar de activar "aquello", terminamos de preparar las cosas para el hospital, bailé, nos duchamos y hacia las 17h de la tarde, casi 11 horas después de haber roto la bolsa, nos fuimos al hospital.

Tras haberlo consultado con la matrona, tomamos una decisión: íbamos a mentir.

A las 17:40h entramos en la "Sala de Exploración" de Urgencias Maternales.
"Estoy de 40+1 y he roto la bolsa."
"¿A qué hora?"
"Hacia las 17h, justo lo que he tardado en ducharme y en dejar a mi hijo mayor con mi madre."

...(continuará)


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