martes, 26 de marzo de 2019

3 años (y medio)

Tengo pendiente escribir este post prácticamente desde hace seis meses, pero es lo que tiene la bimaternidad, que si antes tenía poco tiempo, ahora es casi inexistente.

Antes de escribir esto, he releído lo que te escribí cuando cumpliste dos años. 
¡Qué de cambios! ¡Qué diferente es todo y que distintos también nosotros!

Tengo algo que confesarte: a veces no sé quién eres, aunque también es verdad que a veces ni yo misma sé quién soy, aunque creo que me da más vértigo no reconocerte a ti.

En momentos de calma, (que no son muchos), cuando juegas, miras un libro o duermes, te miro y trato de encontrarte. 
¿Dónde está mi bebé?

Bueno, pues el bebé ya no está, eres un niño precioso, muy alto y menos relleno ("bollete relleno de cacahuete", solíamos decir). Además te has convertido en hermano mayor, y has empezado el cole.

Muchos cambios, tal vez demasiados. 
Porque ya no eres un bebé, pero sigues siendo un niño muy muy pequeño, aunque a veces tu forma de hablar y comportarte nos dé la sensación de que eres mayor de lo que realmente eres.

Y aquí estamos, papá y yo, tratando de hacerlo lo mejor posible, dentro de nuestra inexistente educación emocional y nuestra falta de herramientas de educación respetuosa.

No está siendo fácil para nosotros, y supongo que tampoco para ti.
Tu hermano tiene casi nueve meses, recorre la casa arrastrándose y se ríe y "parlotea".
Tú le quieres mucho, no porque nosotros te lo digamos, que nunca lo hemos hecho, sino porque lo notamos. Casi desde su llegada has querido estar cerca de él, y te encanta mirarle. Alguna vez cuando llora, le cantas "Paristik natorren", porque sabes que le gusta, y cuando se despierta y asoma la cabecilla sueles dedicarle un "¿Qué pasa txiki? ¿Cómo estás chiquitín?"
Pero entendemos que esto de ser cuatro es complicado, y más con un bebé al que hay que dormir, dar el biberón, limpiar, cambiar, etc; tareas que impiden que estemos contigo constantemente.
Además ya llega a todo y empieza a coger tus juguetes, a tirarte las torres y a chupar los gigantes, cosas que mucha gracia no te hacen. Eso sí, tú lanzas lo suyo por tooodo el salón.




Ha dejado de gustarte la verdura ("puuuaaaj" dices con cara de asco), y hay días que te alimentas a base de fruta y cereales. Eso sí, la pizza en el salón la noche del viernes viendo Masterchef no la perdonas.

Sigues durmiendo con nosotros en tu camita pegada a la grande donde dormimos el resto, aunque te va motivando algo más la cama de tu habitación. Allí se pueden leer libros de música, y contar cosas en voz alta sin despertar a Polluelo. De momento, la finalidad de estar allí es leer, que la cama de dormir es la de la habitación común, pero hay días que estás tan cansado o enfadado, que duermes un rato ahí.

La adaptación al cole ha sido larga pero tranquila (esto lo dejo para otro post) y sentimos que eres feliz allí con tu maestra y "tus niños y niñas", aunque la jornada es demasiado larga y estás muuuy cansado.




Una de tus palabras favoritas actualmente es "Tont@", en versión grito, normal o drama.
A veces incluyes un "No voy a jugar más contigo", y también un "No te voy a escuchar más".

Tenemos que pensar mucho en lo que te vamos a decir y cómo lo vamos a hacer, ya que estamos a tope con la negación, la autonomía y básicamente hacer lo que te de la gana, y si es contrario a lo que nosotros queremos/pedimos, mucho mejor.
Esto de pensar antes de hablar es posible cuando somos dos adultos para dos niños o cuando está uno para dos y no hay tensión o agotamiento en el ambiente. 
Y nos liamos muchas veces cariño, y te gritamos o utilizamos frases de forma inconsciente, pero tratando de rectificar y pedirte perdón cuando sentimos que lo hemos hecho mal.
Estamos todos aprendiendo...
Tú a lidiar con todas esas emociones locas, a crecer y a ser hermano mayor; y nosotros a ser padres, que es algo que no te enseñan, y que con más de un hijo se complica todavía más.

No sé cómo irás creciendo y evolucionando, en qué personalidad desembocará esta intensidad con la que vives tanto lo bueno como lo malo, lo que sí espero es estarte acompañando en la construcción de raíces fuertes, que a su vez te den alas.

Vuela Pajarin, vuela.
Feliz tercer vuelta (y media) al Sol.



No hay comentarios:

Publicar un comentario