miércoles, 22 de agosto de 2018

Pajarin hermano mayor: el embarazo

Creo que por el hecho de ser hija única, siempre he tenido claro que quería tener más de un hijo. Y pese a lo que aseguraban algunos agoreros, de que cuando tuviera el primero se me iban a quitar las ganas de tener otro, no fue así, y Papá Oso y yo, estuvimos convencidos desde el principio de que Pajarin tendría como mínimo un hermanito o hermanita.


Una vez me quedé embarazada, nos esperamos a la ecografía de las 12 semanas, en la que nos confirmaron que estaba todo bien, para contárselo a Pajarin. Se lo habríamos contado antes, pero si ya de por sí nos parecía algo abstracto para que lo comprendiera, preferíamos esperar un poco para evitar rectificar lo que le habíamos contado si algo iba mal. Es cierto que los abortos se pueden producir a lo largo de todo el embarazo, pero como son más frecuentes en el primer trimestre, ese fue nuestro límite para hacerle partícipe. Aunque los niños son muy sensibles y a veces lo notan antes incluso de que nosotros tengamos la certeza de que hay un nuevo bebé en camino.

Estuve dándole vueltas a cómo contárselo, y lo comenté con amigas que ya eran bimadres, tratando de buscar la mejor forma. Finalmente fue algo muy espontáneo y simple. Estando los dos sentados en el sofá, le dije que mamá tenía un bebé en la barriga, que era muy chiquitito, como una semilla, y que poco a poco iría creciendo y la barriga se pondría muy gorda. Creo que le hizo gracia, pero no estoy segura de que lo comprendiera.

A lo largo del embarazo leímos varios libros relacionados con el embarazo, la llegada de un bebé y el hecho de convertirse en "hermano mayor", los cuales recomiendo totalmente:
-Dentro de nuestra mamá.
-Uno más.
-Tú y yo, el regalo más bonito del mundo (para morir de amor).

Tratamos de que Pajarin nos acompañase a todas las ecografías, aunque aquí el protocolo del hospital es absurdamente estricto con la entrada de menores.
El hecho de ver en la pantalla del ecógrafo al bebé, así como escuchar su corazón, nos parecía un momento maravilloso para que se sintiera parte del proceso y entendiera algo más lo que pasaba dentro de mamá.

Según fue creciendo la barriga y también él fue cumpliendo meses, el embarazo y su hermano estaban mucho más presentes. Le daba besos a la barriga y de vez en cuando le hablaba, aunque no solía apetecerle demasiado, algo que tampoco forzábamos.

Evitamos en todo momento anticipar esos comentarios típicos de que iba a convertirse en el mayor y tendría que ayudar a mamá, y portarse bien y cosas de esas. No queríamos que sintiera que la llegada de su hermano le iba a suponer unos cambios y obligaciones distintas de las que tenía hasta el momento.

En el tercer trimestre, me permití hacerle consciente de mi cansancio, y que necesitaba que colaborara conmigo cuando papá no estaba, para facilitarme un poco la vida y las tareas. Y oye, funcionaba.

En general, durante el embarazo, Pajarin tuvo una actitud similar, creo que más bien debido a la edad que al embarazo en sí, aunque tal vez sí aumentaron al final del embarazo los enfados y la energía y necesidad de movimiento, algo debido, supongo, en parte al embarazo y en parte a su carácter y periodo evolutivo.




Como desde los dos años aproximadamente, Pajarin tomó clara preferencia por su padre, cada vez que él estaba en casa, yo podía permitirme descansar. Además, esto suponía que mi miedo con la llegada de Polluelo se redujera un poco (tampoco mucho), en el sentido de que Papá Oso podría ocuparse de Pajarin y yo de Polluelo, sin que esto supusiera un gran cambio ni un drama por mi ocupación constante debido a la llegada de un recién nacido.

Algunas semanas del tercer trimestre de embarazo fueron un tanto complejas a nivel emocional por la posibilidad de que Polluelo naciera por cesárea, así que decidí contratar una asesoría con Ángels Torras (de la que ya hablé en otro post), y además de tratar el tema del parto, me dio unas claves para la presentación de Polluelo y Pajarin, que para mi fueron fundamentales, y que contaré en el próximo post.

Pese a que habíamos hablado decenas de veces con mis padres de cómo gestionaríamos el día del parto con Pajarin, la vida nos sorprendió con la rotura de bolsa, y nada fue como habíamos planeado. Pajarin estuvo 48h en casa de sus abuelos, día y noche, siendo la primera vez que dormía fuera de casa sin nosotros. Él estaba muy contento y lo llevó fenomenal, pero sí es algo que si pudiera volver atrás cambiaría, dejándole previamente alguna noche a dormir con sus abuelos, o por lo menos ofreciéndole la posibilidad, igual no tanto por él, pero sí por mi tranquilidad.

Una de mis mayores miedos y preocupaciones de este segundo embarazo, fue el hecho de cómo lo llevaría Pajarin, de cómo cambiaría nuestra vida (y sobre todo la suya) ser cuatro, y de que ya nada volvería a ser cómo antes: él no sería hijo único ni nos tendría en exclusividad para él... 
Por eso queríamos hacerlo lo mejor posible, con mucho cuidado y cariño, para que este gran cambio fuera asumido lo mejor posible por todos.

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