lunes, 23 de noviembre de 2015

...y la hipogalactia llegó a mi vida

Ese momento en el que el mundo se me vino encima... Pajarín no se estaba alimentando, y era por mi culpa.

Una tarde de octubre le preguntaba nerviosa a Papá Oso si los últimos pañales que había cambiado estaban mojados. "Creo que no... No lo sé... A lo mejor muy poco".

" ¿Te has fijado si la rayita se ha puesto azul?", me preguntaba una amiga... ¿Qué rayita? Ni me había fijado en la "modernez" de la rayita, que cambiaba de color cuando el peque mojaba un pañal...
Si mis cálculos no fallaban, hacía 12 horas que Pajarín no hacia pis.

Mantenía 4 o 5 conversaciones simultáneas por whatsapp, con mamás recientes y alguna más experimentada, con un nudo en el estómago esperando que me dijeran que eso era normal.

Pero los resultados de Google no decían eso: "Seis o más pañales mojados al día, pis por cada toma..."

Con el nudo en el estómago nos fuimos a urgencias. Analítica de sangre para el peque y sacaleches para mi.

Creo que no lo he pasado peor en la vida. Tengo pánico a los análisis, y observar como sacaban sangre a mi pequeño de una semana que lloraba desconsolado no se va a borrar jamás de mi memoria.
Mi nerviosismo fue aumentando por minutos. Me tenía que extraer leche y de ahí no salía nada (bueno sí, unas gotitas). El pecho se me puso blandísimo, Pajarín no quería engancharse y lloraba desesperado. Le dieron 10ml de fórmula en una jeringuilla y a los 10 minutos hizo pis (por fin!).
Nos dejaron ingresados por la deshidratación del peque y para que yo siguiera utilizando el extractor después de cada toma.

Otra vez en el hospital, y esta vez por nada bueno. Me sentía la peor madre del mundo. ¿Cómo no me había dado cuenta antes de que no hacía pis? ¿Cómo no me había informado de las veces que debía hacer pis? ¿Por qué nos había pasado esto si le daba el pecho a demanda?

Meses antes de dar a luz, y por recomendación de varias amigas, me zambullí en el mundo de la lactancia. No es tan fácil como parece, me dijeron; infórmate bien, me aconsejaron. Y así lo hice. Acudí a varias reuniones de La Liga de la Leche, me leí de cabo a rabo su libro "El arte femenino de amamantar", (que por cierto recomiendo totalmente); y me sentía muy preparada e informada para afrontar la lactancia con ganas.

Pajarín comenzó a mamar al poco de nacer, en nuestro primer momento "piel con piel", y las primeras horas lo hacía constantemente. Una de las enfermeras comprobó que tenía calostro (con muy poca delicadeza he de decir, vaya pellizco!), además de asegurarme que tenía un pecho perfecto para amamantar (ayyy... Si yo te contara!). Nuestra lactancia materna fue a demanda siempre. Pajarín pedía cada hora y media, dos horas.  A veces estaba una hora, otras media, otras casi dos horas... Y aunque era duro y sacrificado, sabía que merecía la pena y era lo mejor para él.

En la revisión con la matrona a los cuatro días, comprobó que tenía leche (es decir, ya me había subido), y de hecho me estuvo recomendado que me masajeara porque se me ponía un pecho muy duro y al niño le costaría mucho sacar.

Efectivamente, le costaba sacar porque prácticamente no había. En una semana había perdido un 14% de peso pese a la lactancia a demanda.

El extractor no era mi amigo. Además de ser desagradable solo sacaba 2 o 3 ml cada vez que lo utilizaba. Nos aumentaron el refuerzo, y en un solo día el peque engordó.

He de decir que me rendí a la lactancia artificial, aunque no del todo. Le seguía poniendo al pecho en cada toma hasta que él quería y después le dábamos el biberón, que devoraba sin pensárselo.
Mi sentimiento en ese momento (y de vez en cuando reaparece) era de fracaso absoluto. Tanto informarme e intentar hacer las cosas bien no había servido para nada. Mi pequeño se había estado deshidratando por mi culpa y ahora además le tenía que dar fórmula (hasta entonces me consideraba anti-bibes).

Casi dos meses después hemos asumido la situación, así como mi hipogalactia. Y sí, me he asegurado totalmente de que soy "Hipogaláctika". Tras unas analíticas perfectas y un parto igual de bueno, achaco este problema a una intervención mamaria a la que me sometí hace años, que aunque me dijeron que no interferiría en la lactancia materna, parece que sí lo ha hecho. Y digo que me he asegurado totalmente, porque aunque en un principio me sentía abrumada por la situación y no tenía fuerzas para luchar, no me suelo rendir fácilmente y quería agotar todas las vías para evitar sentir que podría haber hecho algo más.

Hay un método (o tortura) llamado Extracción poderosa, que consiste en utilizar durante 48-72h un extractor eléctrico cada hora ( por las noches cada 3-4h), para aumentar la producción de leche. Pues ahí me véis cual vaca lechera dale que te pego con el sacaleches (alquilé uno eléctrico doble en Prenatal), además de las pertinentes tomas de Pajarín. Fue agotador tanto a nivel mental como físico, pero necesitaba hacerlo.

Según dicen, si esto no funciona, hay un problema real, y así fue. Mi extracción diaria no superaba los 30 ml y no aumentó en ningún momento.

Mi mayor miedo era dejar de dar el pecho, y es lo que estoy intentando mantener a toda costa. Además de ponerle al principio de cada toma, pide "teta" para dormir, para hacer caca, cuando tiene gases, cuando está intranquilo,... Necesidades que no cubre el biberón, y yo encantada. Pienso que no hay contacto más bonito que el de mamá y bebé al darle el pecho.

Marchando una de leche mixta!


4 comentarios:

  1. Me sentí identificada con tu post aunque en mi caso, yo nunca tube cirugía, simplemente parece que es un problema hereditario xq mi madre pasó por lo mismo y recién me enteré de eso cuando me pasó a mi. Parece que esto de la hipogalactia es un tema tabú porque nunca antes había oído hablar de su existencia. Hasta que me pasó y empecé a buscar información.
    Nadie me advirtió de su existencia, ninguna asesora de la liga de la leche, ni las enfermeras cuando di a luz, ni mi ginecoobstetra, ni en las clases de psicoprofilaxis, ni la asesora de lactancia que contraté para que vaya a mi casa a asesorarme.
    Parece que no mucha gente sabe de eso y creo que por esa razón es que muchas otras madres nos juzgan mal, haciéndonos sentir que somos malas madres porque no hicimos lo suficiente para poderle ofrecer lactancia materna exclusiva a nuestros bebes.
    Pero lo cierto es que si intenté de todo y no tiré la toalla con facilidad, pero apesar de ello no pude nunca producir más de una onza y mi hijito empezó a rechazar el pecho a partir de los 3 meses. Me apena y me sorprende que nadie me haya advertido sobre la existencia de la hipogalactia. Yo me sentí defraudada, decepcionada, deprimida. Hasta el día de hoy a veces me vienen sentimientos de culpa, me muero de pena, quisiera retroceder el tiempo, haber conocido sobre este problema con anterioridad para haber buscado ayuda a tiempo, etc.
    Admiro a las madres que logran amamantar a sus hijos, son unas verdaderas LECHERAS y me hubiese encantado tener esa suerte y esa dicha pero ni modo.

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  2. Es verdad, nadie te habla de ello. Lo más común es escuchar que todas las mujeres pueden amamantar, o casi todas. Pero hay problemas como éste del que no se suele hablar. A mi de hecho en el hospital me llegaron a decir que tenía un pecho perfecto para dar de mamar. Hay mucho desconocimiento, y por eso decidí abrir este blog, porque sé que hay más mujeres como yo, y es bonito poder compartirlo.
    No te sientas mal, nuestros bebés nos necesitan, con teta o con biberón; lo importante es que estés bien para él. Tú eres lo más importante para tu bebé. Ánimo! Un beso grande!

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  3. Me ha gustado tanto tu historia y me senti tan identificada que decidí escribir también mi propia historia. Solo que es bastante larga y bo se si quepa por acá . De igual modo intentaré enviartela en el próximo comentario ��

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  4. Mi historia con la lactancia materna

    Desde que me enteré que estaba embarazada quise ser una madre bien informada. Y así fue, desde charlas de maternidad, apps para embarazadas, hasta infinidad de cuentas de instagram de obstetras, pediatras, asesoras de lactancia, doulas y pare usted de contar. Conoci acerca de piel con piel, corte tardio de cordon, apego temprano, colecho, etc etc. Aprendí desde como cambiar un pañal hasta el muy famoso BLW en la alimentación complementaria. Todo era nuevo y fascinante para mi y mientras más me educaba más queria saber. Pues llego el día, mi bebé ya estaba listo para nacer y después de unos cuantos inconvenientes (que explicaré en otro post) mi primer sueño se hizo realidad, pude tener a mi bebé por parto natural.
    Con mi segundo sueño (lactancia materna exclusiva) no tuve tanta suerte.
    Yo, que me sabia de memoria como debia ser el agarre del bebé, cuales eran las posiciones para amamantar, la libre demanda, etc fracase en mi intento y sólo ahora puedo perdonarme, solo después de muchos días pude disipar el sentimiento de culpa que me absorbió.
    Todo comenzó a los pocos días de nacido, tenía muy en claro que debia cambiar de 6 a 8 pañales diarios, pero en vez de eso mojaba si acaso 3 o 4 y era eso, solo mojar un poco. Allí se prendieron las alarmas. Muy a mi pesar tuve que darle pequeñas dosis de formula y aún asi mi bebé no hacia pipi. La primera cita con la pediatra tampoco fue muy esperanzadora. Bebé habia bajado de peso, pero como es común que eso suceda la primera semana pues no estaba tan preocupada. Sin embargo, me recomendó pesar los pañales que mojaba, recuerdo perfectamente que apenas pesaban 20 gramos, en una semana más la situación no mejoró, y mi bebé quien pasaba 24/7 pegado a la tetica no subió nadita de peso en su segunda semana. Tuve asesoria de lactancia que corrigió mi agarre y posición del bebé, además de eso comencé a ordeñarme para aumentar mi producción de leche. Ya tenía bastante claro que lo único que hacia que aumentará mi producción era la succión del bebé o en su defecto el ordeñador, pero nada de esto cambio mi situación, tristemente mi bebé seguia sin subir de peso. Allí la pesadilla comenzó, no importaba que hiciera mi mejor esfuerzo, no era suficiente. El estrés hizo de las suyas a tal punto de que ya no me salia ni una gota. Fue desgastante y agobiante.
    Después de estudiar tanto los beneficios de la leche materna, ser fiel creyente de que es el mejor alimento para mi bebé y ser 100% prolactancia aprendes a satanizar la formula.
    Comencé a investigar por mi cuenta y descubrí que la posible causa de mi baja producción era también la causa de lo que me costó quedar embarazada, los ovarios poliquisticos que me acompañan desde mi pubertad, esta información quedo avalada por una segunda pediatra que decidí consultar, no todas las mujeres con este sindrome sufren de hipogalactia, pero yo, la fiel creyente en la lactancia caía en ese pequeño porcentaje de las que si.
    Esta doctora clavo mi corazón al decirme que mi bebé se estaba quedando con hambre y no fue hasta escuchar esta dolorosa afirmación que con mi idea loca de la lactancia exclusiva estaba poniendo en riesgo la salud de mi bebé, el solo pensar que mi hijo paso hambre por mi culpa de verdad me parte el alma.
    Desde ese día abrí mis puertas a la formula, pero eso si mientras saliera tan solo una gotita de leche materna sería sin duda para mi bebé.
    Deje de culparme, deje de estresarme y lo más importante me deje fluir hacia una hermosa y necesaria lactancia mixta.

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