Hace unos días miraba a Pajarin jugando en el parque y me asombraba de lo maravilloso que es el mundo de los niños y lo bonito que es observarles en silencio, sin intervenir, dejando que hagan y deshagan y se muestren tal y como son.
La etapa de los dos años, la temida aDOSlescencia, es intensa, no podemos negarlo. Pero, ¡ojo!, tanto para "lo bueno" como para "lo malo". Es increíble ver como avanza a diario en lenguaje, comprensión, movimiento, etc., e igual de increíble como se enfada y se frustra por lo que, para nosotros, son detalles sin importancia.
Una de las características fundamentales de esta edad es la repetición constante del "Mío". Por aquí ya lo habremos escuchado mil o dos mil veces, por lo menos. En esta etapa ya son plenamente conscientes de que son un ser individual, independiente de mamá, y su preocupación principal en la vida son ellos y sus necesidades, las cuales además, es probable que quieran satisfacer de forma inmediata, algo que "choca" con la realidad y de ahí los enfados constantes.
Como solo piensan en ellos y sus necesidades, lo más normal es que el resto de niños del parque (o del sitio que sea), le den bastante igual, bueno, salvo que traigan juguetes que les interesen ;)
Todos los días me toca escuchar a algún/alguna padre/madre diciendo aquello de "Déjaselo un ratito, hay que compartir". Papá Oso llegó un día a casa bastante... digamos contrariado, por una escena que acababa de vivir en el parque: una niña que lloraba desconsolada porque su padre le había dejado su juguete a otro niño, mientras repetía el mantra "tienes que aprender a compartir".
De verdad, ¡que manía!, pretendemos que su razonamiento sea de adultos, algo que es imposible y muy frustrante para las dos partes; para ellos que no entienden porque su padre/madre, aquel ser al que idolatran, les da sus cosas a otros niños, y para nosotros, que nos toca presenciar un cabreo y llanto monumental por una enseñanza sin sentido en la que nos estamos empeñando.
¿Tú sabes compartir? Probablemente me dirás que sí, claro.
¿Con quién compartes? ¿Te sientas en un banco del parque mientras tu hijx juega y le dejas tu móvil a la mamá que está sentada al lado? ¿Compartes tu bocadillo con el señor que se ha sentado a tu lado en el autobús? O tal vez, ¿compartes los 50 € que llevas en la cartera con esa mujer que pide a diario en la puerta del supermercado?
¿Por qué pedimos a los niños que hagan algo que la sociedad "ve bien" y que ni los propios adultos cumplimos? ¿Por qué no dejamos de pensar en "lo que dirán los demás" y dejamos a nuestros hijxs SER?
Sí, es muy bonito que compartan, que jueguen juntos,... Pero cuando es algo espontáneo, sino pierde todo el sentido.
Desde hace un mes aproximadamente, tenemos un nuevo compañero de juegos por las mañanas. A Pajarin le hace mucha ilusión que venga, se le ilumina la cara, pero, por supuesto, no le deja nada. A veces se lo piensa y le da algún juguete al que él normalmente no hace mucho caso, pero a los segundos se arrepiente y se lo quita.
En el parque la situación suele ser parecida, aunque con algunos matices.
Cuando son niñxs mayores que él, su intensidad baja, sólo coge sus juguetes si están distraídos y si le quitan los suyos, no reacciona de la misma forma. De hecho, a veces ni reacciona, sólo observa.
Si los niñxs son más pequeños, entonces él manda. Les coge los juguetes y si se acercan a quitarle los suyos, lo tiene claro: "¡No! ¡Mío!"
La cosa cambia cuando lxs niñxs son más o menos de su edad y además les conoce. Entonces sí, ahí asoma levemente y de forma espontánea ese sentimiento de compartir, de jugar juntos.
Es increíble observar como él solo crea una jerarquía que nadie le ha enseñado, y como su comportamiento varía según qué niñx.
¿Has probado a dejarle ser, a observar que pasa si no intervienes?
Maravilloso post. Opino igual. De hecho el ejemplo del móvil lo pongo yo siempre jejeje. Lo de que los niños compartan es postureo del adulto.
ResponderEliminarGracias por comentar. Efectivamente, nos preocupamos por lo que pensará el resto de padres...
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