martes, 22 de diciembre de 2015

Uno más en la familia. Nuestro presupuesto mensual

Tras un fin de semana de turnos imposibles de Papá Oso, con las uñas limadas (¡por fin!) y Pajarin en la hamaca jugando con sus manos, me dispongo a escribir sobre un tema al que le dimos algunas vueltas cuando estábamos embarazados, y que tenemos que repasar de vez en cuando según van cambiando las circunstancias.

Creo que prácticamente todos nos planteamos que nos va a "costar" la incorporación de un nuevo miembro a la familia; de hecho muchas veces es determinante para decidir embarazarse o no, y más con la "estupenda" situación laboral que reina en nuestro país.

Yo soy muy de números, así que antes de buscar a Pajarin me puse a hacer unos cálculos aproximados de lo que nos podía suponer su llegada y si podríamos asumirlo. Es bastante complicado si no tienes ni idea de lo que cuestan los pañales, las vacunas, y demás asuntos. De nuevo tiré de amigas mamis, que fueron y siguen siendo mi "comodín del público". El problema es cuando las circunstancias que te habías planteado no son tales y por lo tanto toca volver a hacer números.

Hay que diferenciar entre gastos e inversiones. Cuando hablo de gastos me refiero a los habituales, a aquellas cosas que tienes que comprar a menudo, y que se convierten en una partida más de tu presupuesto mensual. Respecto a las inversiones, les dedicaré un post propio para contaros nuestros imprescindibles, lo que hemos invertido, y también aquello que hemos comprado y realmente no era tan necesario.

Los principales gastos mensuales de un bebé (0-3 meses) son:

-Pañales desechables (los pañales de tela son una inversión): 30 €
Hasta ahora hemos usado de estos, aunque estamos a la espera de que Pajarin eche un poquito más de culo para empezar con los de tela.
Hemos probado hasta ahora tres marcas: Deliplus (Mercadona), Carrefour Baby y Dodot Sensitive. Estos últimos son los más caros, pero para mi gusto los mejores con diferencia. Los de Carrefour no están mal, aunque no son tan suaves como Dodot, y Deliplus totalmente descartados, demasiado rígidos. 
Nuestra compra de pañales ha sido siempre aprovechando ofertas de Carrefour, bien de 3x2 o de segunda unidad al 50% ó 70%. Esta es la forma de comprar Dodot Sensitive casi al precio de un pañal de marca blanca. Según los cálculos que hice con la última compra, nos hicimos con 264 pañales por 42 € (0,16 cent./pañal).
Los cambios de pañal al principio son continuos, sobre todo con las "caquitas" líquidas de lactantes, por lo que el gasto dependerá de lo que cambiáis a vuestro bebé. A Pajarin le cambiamos de media unas seis veces al día, por lo que al mes nos supone aproximadamente 30 €.

-Toallitas desechables: 3 €
En este caso procedemos igual que con los pañales, aprovechamos ofertas de Carrefour para comprarlas, y usamos también Dodot Sensitive, aunque hay cien mil marcas y opciones. La verdad que no hemos comprado otras porque con la oferta nos sale practicamente por el mismo precio que el resto y como estas le van bien a Pajarin no nos hemos planteado cambiar.
Esos 3 € corresponden a dos paquetes al mes. Sí, es un gran despilfarro. Nos volvemos locos a usar toallitas cuando Pajarin hace caca. Tenemos pendiente usar el método de agua calentita, esponja y jabón, que así es como menos se gasta y más agusto se queda el bebé; reservando las toallitas para los cambios fuera de casa.

-Lactancia artificial: 70 €
Esta era una de las partidas con las que no contábamos hasta que la hipogalactia llegó a mi vida y es el mayor gasto de todos, aunque depende de muchos factores. La lactancia artificial también es a demanda, por lo que realmente es nuestro bebé el que marca lo que come.
En nuestro caso al ser lactancia mixta, Pajarin come algo de leche materna además del bibe, del que no toma una cantidad exacta. Cada toma y cada día son diferentes.
En el caso de lactancia artificial exclusiva, normalmente el gasto será mayor.
Nosotros empezamos por dos botes de 800 gr al mes, y ya consumimos casi cuatro.
El coste también dependerá de la leche que compremos, ya que los precios varios desde 15 € a casi 30. La nuestra como ya os conté es Nutribén Natal 1, que cuesta unos 16 €. Es importante que os recorráis varias farmacias, e incluso consultéis por internet, ya que los precios pueden variar hasta 5 €.
A la leche tendríamos que añadir el agua mineral. Esto es baratito, aproximadamente un euro la garrafa de cinco litros. En nuestro caso son cuatro al mes.

-Ropa: 20 €
Lo podríamos considerar una inversión, sin embargo con lo poco que les dura se convierte en un gasto mensual. Si tienes la suerte de que te dejen algo de ropa amigas o familiares de sus peques, eso que ahorras.
Pajarin ha heredado bastante ropa de su primo, aunque de vez en cuando tenemos que comprarle algo para completar.
Realmente en este caso el dinero que te gastes en esto depende de ti y de si eres capaz de resistir la tentación a las cosas tan monísimas que hay en las tiendas.

-Farmacia: 20 €
Todos los meses hacemos gasto en la farmacia: chupetes, suero, recambios aspirador nasal, vitamina D, etc; así que también es una partida a tener en cuenta.

Aquí podríamos añadir las vacunas, ya que suponen un gasto importante al tener un bebé, pero prefiero dedicarle un post propio con todos los detalles al respecto.

He de decir que he redondeado al alza en todos los casos. Prefiero que me sobre, que no quedarme corta. En total nuestro presupuesto mensual para el peque ronda los 150 €

¿Crees que me he olvidado de algo? ¿Añadirías alguna partida más?

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Pajarin: 40 semanas con mamá. Nuestro embarazo [casi] perfecto

Pajarin es un chico muy puntual, estuvo conmigo exactamente 40 semanas y nació en la fecha prevista. Nuestro embarazo fue a veces largo y pesado, a veces corto y estupendo.
  • Nos enteramos que estábamos embarazados el 31 de enero de 2015 a las 7 de la mañana antes de que me fuera a trabajar. Nos costó unos días creérnoslo.
  • Nuestras familias se enteraron unas semanas después, mis padres en directo y los de Papá Oso en la distancia, con el mismo resultado, futuros abuelos de Pajarin llorando. El resto tuvieron que esperar a la ecografía de las doce semanas, donde nos asegurábamos que Pajarin estaba ahí, sano y creciendo (aunque mis más mejores amigos lo sabían desde el primer día :) )
  • Todo mi seguimiento fue en el Hospital de Torrejón de Ardoz. Aunque no es el que me corresponde y pilla algo lejos de mi casa, tuve claro desde el primer día donde quería que naciera mi pequeño.
  • Continué yendo a mi ginecóloga a varias revisiones, y principalmente para controlar que un pequeño mioma que tenía en el útero no se revolucionara.
  • Me hice un total de siete ecografías: cuatro en la Seguridad Social y tres en mi ginecóloga privada.
  • El primer trimestre se me hizo largo: mareos y cuerpo revuelto, super-olfato detector de todos y cada uno de los olores en cincuenta metros cuadrados, intolerancia a cualquier pescado (me sabían fatal), paseos continuos al baño debido a una vejiga incontinente y unas semanas que pasaban a cámara lenta, mientras ocultaba como podía mi estado en el trabajo. 
  • Quería evitar a toda costa medicarme durante el embarazo, por lo que en vez de Cariban, utilicé jengibre para luchar contra los mareos; en infusión y en caramelos. Horroroso y picante, pero funciona.
  • Me convertí en la mujer de las galletas. Siempre me acompañaban: en la mesilla, en el bolso, en mi mesa del trabajo,.. Dejé de desayunar mis tostadas habituales, y comía migas de galletas constantemente durante varias horas hasta que el cuerpo se me enderezaba.
  • La ecografía de las 12 semanas fue perfecta y emocionante. Nos dieron la oportunidad de ver a Pajarin en 4D y nos quedamos impactados.
  • A mi jefa se lo conté a las 13 semanas, es madre, y tenía la mosca detrás de la oreja. El resto de la empresa se enteró una semana más tarde. 
  • Una vez sobrepasado el umbral de las 12 semanas todo cambió, los síntomas disminuyeron notablemente y los mareos desaparecieron.
  • Mi único antojo fueron las aceitunas, a todas horas y en cualquier sitio.
  • El triple screening salió perfecto, por suerte. Lo pasé fatal esperando, después de tomarme aquel líquido extradulce en ayunas, sin cobertura en el móvil y dando cabezadas de sueño.
  • Mi vicio por el chocolate desapareció (por suerte), aunque tras el parto ha reaparecido.
  • Supimos que Pajarin era niño en la ecografía de las 20 semanas, antes fue imposible, además de taparse la cara, cruzaba las piernas y no había quien investigara.


  • Media hora antes de cada ecografía me tomaba un zumo para que el pequeño se activara. No fallaba nunca.
  • Durante todo el embarazo tomé vitaminas prenatales, en concreto Prenatal Nutrients de Solgar , que compraba en el herbolario y contienen todo lo necesario.
  • A finales de junio el calor llegó a Madrid con fuerza, y mi barrigón y yo empezamos a sufrir las consecuencias. Pies hinchados, agotamiento y noches nadando en sudor.


  • A partir de la octava semana cambié pilates por pilates para embarazadas, que continué practicando hasta los ocho meses. Estoy convencida de que el trabajo que hice me ayudó mucho el día del parto.
  • Tuve la gran suerte de poder cogerme la baja en la semana 29. El tercer trimestre discurrió durante el verano más caluroso de los tiempos, y me resultaba agotador mi habitual ritmo de vida.
  • Como el hecho de estar embarazada no me parecía lo suficientemente entretenido, nos metimos a reformar nuestro piso. Y ya se sabe, una obra siempre se alarga. Tanto, que no tuvimos la casa completa hasta el día en que nació Pajarin.
  • Fui a las correspondientes clases de preparación al parto de mi centro de salud. En julio, a las cinco de la tarde, y tres meses antes de mi fecha prevista de parto (en agosto se cogían vacaciones, y en septiembre era demasiado tarde). Si no hubiera ido no me habría perdido demasiado.
  • El ardor de estómago forma parte de mi vida, pero en el tercer trimestre aparecía casi a diario. Prácticamente todo me daba ardor.
  • Quitando las noches de infierno madrileño en las que sin aire acondicionado era imposible dormir, no tuve insomnio y descansaba bastante.
  • Mis hormonas fluctuaban como locas y mi humor con ellas. Mi mala leche aumentó, pero también mi sensibilidad y euforia. Papá Oso lo toleraba como podía (a veces).
  • Cogí taitantos kilos (más de 10 y menos de 20), y las últimas semanas me sentía inmensa y a punto de explotar.


  • A partir del tercer trimestre Pajarin se hacía sentir cada vez más. Tenía hipo a menudo, y me presionaba las costillas como un loco. Cada vez que Papá Oso le hablaba daba saltitos de alegría. En la recta final era un no parar. Como se echa de menos... :)
  • Tengo guardado como oro en paño el cuaderno donde fui escribiendo mis pensamientos, sensaciones y vivencias durante mi embarazo. Seguro que a Pajarin le encantará que se lo lea dentro de unos años.
  • Para mi fue fundamental poder apoyarme en mis amigas que habían sido mamis recientemente. Todo es más fácil con la ayuda de mujeres que han estado en la misma situación que tú.
  • Mi más mejor amiga me preparó un Babyshower precioso, donde disfruté muchísimo pese al exceso de equipaje.


  • La pelota de pilates (fitball) fue mi aliada en el tercer trimestre. Me ayudaba a descargar la espalda, a mover la pelvis y relajar la cadera. Sobre ella aguanté las contracciones, tanto en casa como en el hospital.
  • Los últimos días antes del gran evento fueron complicados. Pajarin era una realidad y las dudas y los miedos se apoderaban de mi cabeza, además de la impaciencia y la angustia por como sería el parto.
  • Hubo lágrimas, risas, nervios, emoción, agotamiento y euforia.
Nuestro embarazo fue [casi] perfecto. Repetiría, por supuesto.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Tos ferina, embarazadas y lactantes

Este post lo escribo desde mi propia experiencia, que no tiene porque ser ampliable al resto de mamás. Además quiero dejar claro que no soy médica, ni científica, ni trabajo en un laboratorio farmacéutico. Hablo solo de lo que yo viví.
Es un poco extenso, pero creo que es necesario que sea así.

¿Qué es la tos ferina? (Fuente: Aeped)

La tos ferina continúa siendo un problema de salud pública mundial.
En países desarrollados, a pesar de la vacunación universal en la infancia, se ha observado un aumento de casos en ciertos grupos de edad, como adolescentes y adultos jóvenes, así como lactantes pequeños, presentando éstos las mayores tasas de hospitalización, complicaciones graves y mortalidad.
La tosferina es una enfermedad muy contagiosa, con tasas de ataque de hasta el 80% en personas susceptibles
La transmisión es por vía respiratoria, y es máxima antes de la aparición de los primeros síntomas, y se extiende al menos 2 semanas después del inicio de la tos.
La reemergencia de esta patología en los últimos años ha ocurrido incluso en países con buenas coberturas de vacunación, aumentando los casos declarados sobre todo en adolescentes y adultos. 
Se ha visto que la inmunidad vacunal conseguida en la infancia disminuye con el tiempo, por lo que existe una bolsa de población formada por adolescentes y adultos jóvenes susceptibles a la enfermedad. Éstos últimos precisamente suelen estar más en contacto con el grupo más vulnerable para la tos ferina grave, como son los lactantes pequeños, con cobertura vacunal ausente o parcial a esta edad.
A continuación se presentan una serie de estrategias potenciales recomendables para el control de la enfermedad en nuestro medio: 
a. Vacunación universal de adolescentes y de adultos. En nuestro país, solamente está incluida en el calendario de Ceuta y Melilla. 
b. Vacunación selectiva de adolescentes y adultos: “estrategia del nido”. Vacunar a los convivientes de los lactantes pequeños (grupo más susceptible de padecer un cuadro grave e incluso letal)
c. Vacunación de madres posparto. 
d. Vacunación selectiva de adolescentes y adultos: vacunación antitetánica.

Recomendación de vacunación a embarazadas

Existe un artículo del año 2013 en relación a los beneficios de la vacunación de la tos ferina en embarazadas de la Health Protection Agency del Reino Unido:
En el Reino Unido, en el año 2012, se produjeron un total de 9741 casos confirmados de tos ferina y fallecieron 12 lactantes a consecuencia de esta enfermedad infecciosa.
Desde la implantación de la estrategia de vacunación frente a la tos ferina en embarazadas, en octubre de 2012 en Reino Unido, se ha venido apreciando una tendencia clara hacia el descenso de casos de forma global y también en lactantes menores de 3 meses.

La AEP recomienda la vacunación con Tdpa de los adultos que estén en contacto habitual con niños pequeños, es decir, personal de guarderías y escuelas infantiles y profesionales sanitarios en contacto con ellos, y también a las futuras madres que estén al final de su gestación. Esta última medida ya se ha implantado en nuestro país. Otra posible estrategia es la vacunación de todos los convivientes con bebés o que tengan mucho contacto con ellos, como, además de los padres y hermanos, los abuelos y cuidadores.

Noticias (algunas) sobre tos ferina en lactantes


Septiembre 2015. El Diario. La tos ferina acelera su contagio en España



Mi vacunación contra la tos ferina

Estando embarazada aproximadamente de 25 semanas, un compañero de trabajo cuya novia estaba en el mismo estado que yo, me instó a que preguntara en la próxima revisión por la vacuna de la tos ferina. Mi cara fue un poema. ¿Qué vacuna? A mi nadie me habia dicho nada al respecto, pero a él le habían llegado rumores de que se estaba recomendando. "Vale, lo preguntaré", le contesté un tanto escéptica.

¿Cómo me iba a vacunar estando embarazada? Como si no tuviera suficiente con los cien mil análisis, además un pinchazo extra (notaréis que lo paso bastante mal con el tema agujas). Aún así, se lo pregunté a mi ginecóloga sin darle demasiada importancia, a lo que me contestó: "Sí, si puedes póntela. Yo no te la puedo mandar directamente porque no está en calendario de vacunación, pero a todas las embarazadas que nos estáis preguntando os la estamos recomendando. Dile a tu médico de cabecera que te de cita con la enfermera para ponértela". Pues sí, otro pinchazo de premio.

Tengo mucha suerte con mi médica de cabecera y no me puso problemas. No le aporté ningún papel, solo le conté lo que me había dicho la ginecóloga y se puso a buscar en internet, porque le sonaba que en un hospital de Barcelona la recomendaban, y además recordaba que el año anterior un par de embarazadas también se lo habían comentado. Llamó por teléfono a la coordinadora del centro de salud con la que confirmó que me la podía poner. Así que me dio cita con la enfermera hacia la semana 30 y listo.

Cuál fue mi sorpresa cuando el mismo compañero de trabajo que me la había recomendado, me cuenta que a ellos les están poniendo problemas, porque como es una vacuna que no se pone a embarazadas no hay existencias en la Comunidad de Madrid, así que, como son de Asturias van a intentar conseguirla allí.

Inmediatamente llamé a mi centro de salud para consultar con la enfermera si tenían la vacuna; no porque estuviera preocupada, porque en ese momento no había alarma social, sino por evitarme el paseo a las cuatro de la tarde a finales de julio con el barrigón. Pues me tuve que dar el paseo porque no me podían informar por teléfono.

En la cita con la enfermera, mi sensación fue de total desconocimiento del tema. No sabía que vacuna me tenía que poner, ni por qué. Lo tuvo que consultar con un médico del centro. Obviamente no la culpo, si no está en calendario ni les informan sobre este tema, la mujer no tiene ni idea.

Me fui con mi pinchazo a casa y la tranquilidad de haber acabado con este tema. No me dio reacción ni efectos secundarios.

Unas semanas después, en las clases de preparación al parto se trató este asunto. Eramos unas 20-25 embarazadas y solo yo me había puesto la vacuna. La matrona que las impartía la desaconsejó totalmente porque no se sabía como podía afectar a la embarazada ni al feto. Alguna mujer comentaba que ella se la había querido poner pero su médico no se la mandaba, y otras que lo consideraban totalmente innecesario, Yo me sentí un perro verde y me preocupé por si había hecho algo que no debía, al fin y al cabo la había "pedido" yo, y casi nadie se la estaba poniendo. Me gustaría saber que piensan a día de hoy esas mamás y la experta matrona, que por cierto se jubilo ese mismo mes de agosto.

Además, una compañera de pilates vivió con desesperación la negativa constante ante su deseo de ponerse la vacuna. Había leído mucho sobre el tema (cosa que yo no hice), y quería ponérsela a toda costa. Se cambió de médico de cabecera, la buscó por las farmacias para comprarla directamente, pero todo intento acabó frustrado.

Lo que yo me pregunto es, ¿qué pasaría si el bebé de mi compañera se contagiara de tos ferina? ¿De quién sería la culpa de haberle impedido ponerse la vacuna? ¿De los médicos, del sistema sanitario?

Mis conclusiones

Como ya he comentado fui yo la que pregunté por la vacuna y porque me instó a ello un compañero (al que estoy enormemente agradecida). No tuve impedimentos para ponérmela, aunque nadie más de mi entorno está vacunado, ni siquiera Papá Oso.

Según me dijeron, al vacunarme, parte de la dosis pasaba al feto, que quedaba inmunizado durante esos primeros dos meses hasta sus primeras vacunas.

Una vez leída parte de la información disponible, la cual he reflejado más arriba, me da la sensación de que como siempre, vamos tarde. Hasta que no hay consecuencias graves no se actúa. ¿No sería mejor prevenir y evitar la alarma social que han generado las últimas muertes de lactantes?

De hecho conozco a una mamá que no se vacunó y su bebé aún no tiene dos meses, a la que su pediatra le ha recomendado que no vayan a sitios con mucha gente, poco ventilados, que evite las reuniones familiares...

Amigas que tuvieron a sus bebés en 2013 no tuvieron conocimiento de nada de esto, ni siquiera una de ellas que dio a luz tan solo seis meses antes que yo.

¿Cómo deberían sentirse todas esas mamás que no han sido informadas, o peor aún, que estando informadas les han impedido ponerse la vacuna?

Si te preocupa esta situación, por favor firma:


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Pajarín: la búsqueda

Empezaré por el principio.

Antes de quedarme embarazada, pero ya con la idea de buscarlo, no paraba de hacer cálculos del mes en el que quería que naciera, de si tendría paro si me echaban del trabajo (sí, es increíble que a estas alturas las mujeres tengamos que seguir planteándonos esta posibilidad ¡Viva la conciliación!), y así un largo etcétera. Claro, conocía a tantas mujeres que se habían quedado a la primera (eso dicen), o sin querer en un arrebato de pasión, que lo suyo era tener todo bien atado y calculado, no fuera a quedarme embarazada en el primer intento y el tema me pillara "en bragas" (nunca mejor dicho).

Bueno, pues cuando por fin me quedé embarazada, llegué a la siguiente conclusión: Si te quedas embarazada a la primera, es que tienes la gran suerte de que el estrés no forme parte de tu vida.

Dio la casualidad de que nuestra luna de miel no fue precisamente relajante ni rodeada de daiquiris frente al mar Caribe. New York exige un pateo continuo, y más cuando el presupuesto y los días están ajustados al milímetro y quieres exprimirlo al máximo. Recuerdo una escena de dos locos corriendo por la Quinta Avenida en busca de un hotel dónde esperaba una furgoneta para hacer una excursión por los barrios "chungos". A tres manzanas según el plano... ¿Tres manzanas? Por favor, nunca jamás cometáis el error de guiaros por las manzanas en Nueva York.

Tras esta exprimida, estupenda y agotadora Luna de Miel, la vuelta al trabajo me recibió con la sorpresa de asumir mayor responsabilidad (bueno, aprender a asumirla como decían mis jefes, porque lo hacía por el mismo precio). Esto ocasionó los celos, envidias, miradas que matan y puñaladas de mis "queridos compañeros", que veían como "esa" que había llegado después que ellos, que era más joven, y porque no decirlo, mucho más simpática y mona (jijiji), empezaba a darles órdenes; sutiles claro, que yo en mi casa mando mucho y descaradamente, pero fuera me corto un poco más.

Así que con este panorama mi útero decía que nanai, que pasaba de alojar a nada ni a nadie. Y así pasaban los meses y llegaba el día en que me tenía que bajar la regla... Lo vivía con el corazón en un puño, cerrando los ojos cada vez que iba al baño, para no ver esa mancha delatora que me confirmaba que de momento no iba a ser mamá.

Pero llegó la Navidad con su halo conciliador y las aguas se fueron calmando, y mi querido estrés dejó de quererme tanto y me dio algún día libre para relajarme y disfrutar de mi tiempo. Obviamente también ayudó mucho el pedírselo a los Reyes Magos, que a finales de enero me sorprendieron con un regalito. ¡Nos habíamos quedado embarazados!


Fueron cinco meses de búsqueda en los que mi impaciencia me llevó a probar varios métodos que aceleraran el proceso. Daba igual que los estudios dijeran que el tiempo medio para que una mujer se quede embarazada es de seis meses. Yo conocía a varias (entre ellas mi madre), que se habían quedado a la primera, y no podía ser que mi cuerpo retrasara mis planes.

He de decir que desde que empezamos a buscarlo comencé a tomar Natalbén Preconceptivo, con Yodo, Zinc, Vitamina B12 y D y Ácido Fólico, mezcla que al parecer prepara para el embarazo y favorece la fertilidad. Aún así en el tercer mes de búsqueda y viendo que aquello no cuajaba, decidí ir al herbolario a pedir ayuda experta. Pues bien, de allí salí con un bote enorme de pastillas de "Maca" y unas decenas de euros menos en la cuenta. El bote era enorme, pero duraba un mes, porque había que tomarse 6 pastillas al día... cada uno! Valiente gracia la que le hacía a Papá Oso el tema de las pastillitas... Pero algo no iba bien (o eso le hacía pensar yo) y había que animar a sus "pequeñines" como fuera.

Y así, a golpe de pastilla, pasó otro mes más, y mi óvulo seguía esquivando a todo aquel que se quisiera acercar. Así que, en una nueva visita al herbolario y otro golpe de tarjeta, añadimos unas pastillas nuevas a nuestra vida. Esta vez sólo para él. Al parecer mejoraban la calidad y movilidad del esperma. Pero no queriendo desperdiciar un mes más, decidí añadir un método nuevo que nos facilitara cazar a mi óvulo desprevenido: los test de ovulación. Me los compré por internet muy baratitos, y además venían con varios test de embarazo, así que ya tenía el pack completo.

Yo siempre he sido muy regular, por lo que el test de ovulación solo iba a confirmar lo que ya sabía, que a mitad de ciclo ovulaba. Pero cosas del destino, la bendita rayita no se marcaba nunca lo suficiente. ¿Será que no ovulo? ¿Será que mis óvulos permanecen en los ovarios de forma perenne, o peor aún, que ni siquiera fabrico óvulos? Y mira que yo los síntomas de ovulación los tenía perfectamente detectados: dolor de pecho, flujo clara de huevo,... ¿Me estaría mi cuerpo engañando?
Menos mal que en el segundo mes de prueba, la rayita se vislumbro un tono más oscura; no tanto como a mi me hubiera gustado, pero lo suficiente para recuperar la fe en mi ovulación.

Y así, entre pastillas, test y mi estrés en horas bajas, mi querido ovulo se dejó atrapar, dando lugar a lo que acabaría convirtiéndose en un barrigón considerable.

Obviamente mis planes no cuajaron según las fechas previstas y mi embarazo transcurrió durante un delicioso verano madrileño, el más caluroso de la historia! Algo que mejor os cuento en su correspondiente post.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Aconséjame por favor

He llegado a la conclusión de que cuando te conviertes en madre te "brota" un cartel luminoso en la frente que dice "ACONSEJAME POR FAVOR, LO NECESITO". Obviamente esto no pasa desapercibido a ojos de nadie. "Pobrecita, necesita que le digamos como tiene que criar a su hijo".
Y lo hacen. Y no solo tu madre o tu suegra que son aficionadas a aconsejar desde que las conoces, también tus cuñadas, la vecina de tu madre, la señora que se cruza contigo en el Mercadona, y un sin fin de mujeres, que no te quieren dejar sola y desamparada en estos difíciles momentos.

Cuando la mujer que aconseja ha sido madre, bueno, lo puedes tolerar más, al fin y al cabo algo de maternidad y crianza sabrá (aunque las cosas con el tiempo han cambiado mucho); pero cuando la que suelta el consejo con una sonrisa, no ha sido madre, ni ha leído nada sobre maternidad, bebés ni crianza, notas como te sube un calor desde el estómago y tienes que morderte la lengua para no mandarla bien lejos con viento fresco. "Déjale llorar, que no pasa nada, si eso ayuda a que se desarrollen los pulmones". Ay alma de cántaro, si te oyera Carlos González...

Es muy típico que te vuelvan loca con si el niño va muy/poco abrigado. A tí en el hospital te dijeron que como tú o una capa más; pues no: "este niño tiene las manos/pies muy fríos". Menos mal que te has informado y puedes zanjar el tema: "Es muy pequeño y aún no tiene el sistema circulatorio desarrollado del todo, por lo que pies y manos pueden estar más fríos. La temperatura se mide en la nuca". Y la nuca de tu bebé tiene una temperatura perfecta!

Otro tema que da lugar a múltiples comentarios es el colecho. Seguramente algunas de nuestras abuelas lo practicaban, y nuestras bisabuelas la mayoría. Se llevarían las manos a la cabeza al ver a bebés recién nacidos dormir separados de sus padres y  en su propia habitación con tan solo unos meses. Pero hoy en día, aunque cada vez está más "de moda", a muchos les parece una locura, y por supuesto te lo hacen saber. "Cómo va a dormir el niño con vosotros! Le vais a aplastar. El niño debería dormir en su cuna"; "Hombre, la cuna al lado de la cama vale, pero que duerma con vosotros me parece excesivo"; "Madre mía, se va a acostumbrar y no va a haber quién le saque de vuestra cama". ¿Hola? ¿He preguntado qué te parece dónde duerme mi hijo? ¡Ay! Perdón, el cartel. Siempre lo olvido...

Ahora que el porteo ha resurgido con fuerza, también es algo sobre lo que comentar: "El niño ahí se va a asfixiar", "Te vas a destrozar la espalda", "Seguro que pasa frío/calor". Aunque he de decir que como es algo que llama bastante la atención, sobre todo con un bebé chiquitín, todo el mundo te mira, y los comentarios suelen ser buenos (menos mal!): "Qué agustito tiene que ir ahí", "Uy qué bien va con el calorcito de su mamá/papá"; "Quién fuera bebé para ir así".

La lactancia es normalmente el tema preferido para comentar, opinar y aconsejar. Con lo difícil que es a veces, y lo difícil que te lo ponen los demás. De esto ya escribí algo en el anterior post, aunque me quedé muy muy corta. La verdad que nuestra lactancia materna exclusiva duró muy poco, pero aún así, me toco escuchar cosas como: "Este niño está todo el día mamando, te usa como chupete", "Mírale, ya está tonteando, quítale", "¿Otra vez le vas a poner? Déjale que llore un poco, que no le pasa nada". 
La lactancia artificial tampoco se libra por supuesto. "¿Otro biberón? Si acaba de comerse uno" "¿Tanta cantidad le haces? Si es muy pequeño" "Esto está muy caliente/frío", "Este niño no tiene hambre, se duerme. Solo quiere tontear".

Y así suma y sigue... Probablemente este tema se merezca otro post en no demasiado tiempo. 

Mientras tanto, consejos que no pido y comentarios que no aportan nada, desaparecen de mi mente en un segundo. No hay mejor crianza que la de una madre que confía en su instinto y sus decisiones.

¿Y tú? ¿Has tenido la suerte de recibir grandes consejos?

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Nuestra lactancia mixta. ¡Sí, se puede!

La lactancia mixta suele ir asociada a un fracaso previo con la lactancia materna exclusiva, bien por un problema real, o en muchos casos por el desconocimiento de la madre y su entorno sobre la lactancia. Comentarios como "no tienes suficiente leche", "tu leche no debe ser buena", "el niño se queda con hambre",etc, hacen mucho daño y llevan a muchas mamás a introducir algún biberón en la dieta de su hijo, por si acaso.

También hay problemas reales, como las grietas, la mastitis o las perlas de leche, que obligan a algunas mujeres a combinar la leche materna con la de fórmula para reducir el dolor, o bien a decidirse definitivamente por el bibe. Aunque en este tiempo he conocido bastantes valientes, que pese al dolor continúan dando el pecho a su bebé. Me parece admirable.

Y está finalmente el mayor problema de todos: la hipogalactia. Vamos, que de donde no hay no se puede sacar. Y aquí me hallo yo.

Decía que la lactancia mixta suele derivar de un fracaso previo (o frustración) con la lactancia materna, porque la verdad no creo que ninguna se plantee cuando está embarazada que va a dar bibe y teta. Normalmente te decantas por una de las dos opciones. [Si estoy equivocada y hay mamis que eligen está opción de primeras, por favor contádmelo. Me parece muy interesante saber como lo hicieron].

En mi caso, como conté en un post anterior fue bastante complicado. Me sentía totalmente juzgada por usar leche artificial, cuando realmente la primera (y única) que me juzgaba era yo. Me costó mucho asumir que no existía una opción mejor, y todavía de vez en cuando se me encoje el corazón cuando veo a una mamá dando el pecho a su bebé sin necesidad de sacar a continuación un biberón. Eso, y la pereza que me da preparar (y fregar) bibes. Con lo cómodo que es llevar la comida puesta, siempre lista y a la temperatura perfecta. Aunque no todo es malo, las noches son muuucho más llevaderas desde que puedo turnarme con Papá Oso. "Yo teta, tú bibe", y en cuanto le doy al niño , media vuelta y a roncar de nuevo.

Me parecía interesante contar como nos apañamos con la lactancia mixta, ya que yo llegué al mundo de los biberones totalmente perdida y era un tanto frustrante. Tal había sido mi empeño con la lactancia materna que casi me había hecho un master; eso sí, de bibes ni idea.

En el hospital nos enseñaron a dar fórmula a Pajarín con una jeringuilla y una cánula, de modo que cuando se enganchaba al pecho introducíamos la cánula por un ladito e íbamos presionando para que saliera la leche poquito a poco y él siguiera mamando y estimulando. Esta es una muy buena opción si el problema se debe a una subida de leche deficiente, para adaptar la demanda del niño y que el pecho "fabrique" más leche gracias a la estimulación, ya que si directamente metemos un biberón es una toma que quitamos de pecho. Existe un artilugio denominado relactador que hace esto más sencillo, aunque sigue siendo trabajoso. Hay que tener mucha paciencia, y sobre todo muchas ganas.

Obviamente en mi caso descartamos esta opción, ya que mi problema es que no había leche. Aquello no aumentaba ni teniendo al niño todo el día mamando.

Y así nos adentramos en el maravilloso mundo de la lactancia artificial.

1. Elegir biberón.
Ay madre mía! ¿¿Y si se acostumbra al biberón y ya no quiere pecho NUNCA MÁS??Ya sabéis que mi mayor miedo era y es que deje el pecho. Así que cuando empezamos a pedir bibes en el hospital les cambiábamos la tetina por la Calma de Medela.



Esta era la única que conocía, ya que supuestamente es la mejor para combinar con el pecho. Como todo, tiene sus detractores: que es un gran esfuerzo para el bebé, que una vez que al succionar hacen el vacío les cae un chorro igual que con otros bibes, que la forma no se parece al pezón de la madre,... Bueno, esta fue mi opción, y además era el que tenía mi amiga que vivía al lado del hospital. 
Hasta hoy estamos muy contentos. Pajarín puede hacer pausas con el bibe en la boca y si deja de succionar no cae leche. Esto también supone que coma mucho más lento que con un bibe convencional, porque se cansa, se adormila, sino hace bien el vacío puede estar un rato dale que te pego chupando y que no salga nada... Pero ya se come sus 120-140 ml sin problemas.
Me planteé comprar un biberón anticólicos, ya que el tema gases y cólicos era algo que me atormentaba. No sé por qué, yo asociaba cólicos con biberón; y resulta que en este tiempo he conocido bastantes mamis con lactancia materna exclusiva y bebés con cólicos. Pajarín de momento se ha librado (tocamos madera), y es un caja de truenos, por arriba y por abajo, ningún problema para expulsar los gases. En caso de que me hubiera decidido a comprar el bibe anticólicos habría sido el de Dr.Brown o Bebe Due. En el mercado hay varios además de estos dos que proclaman ser anticólicos, pero según me dijeron en la farmacia los únicos que lo son de verdad son estos dos.

2. Elegir leche.
En mi caso fue fácil porque seguí con la que le estaban dando en el hospital: Nutriben Natal 1. Le sentaba bien, así que no me planteé cambiar. Me entraban los miedos con las alergias, la regurgitaciones, el estreñimiento y demás. Aunque estreñimiento tuvimos, pero el tema cacas se merece un post aparte.



He oído hablar bien de Blemil y Almiron, aunque cada niño es un mundo y todo es probar. La mayoría de leches del mercado son de alta calidad y pasan controles muy estrictos.

3. Elegir agua mineral
Parece una tontería, pero yo tenía dudas hasta en esto. Es importante que sea de mineralización muy débil. Suele poner "apta para alimentación infantil". Yo he usado Bezoya y Aquarel de Nestlé.



4. Esterilizador
Nos compramos un esterilizador de microondas de segunda mano (marca Hippos, cinco euritos y muy apañado), porque mi madre puso el grito en el cielo al enterarse de que fregábamos con un jabón especial para tetinas y listo, Así que estuvimos el primer mes esterilizando todo y desde entonces hemos vuelto solo al jabón (hemos comprado el de marca Tigex). Tampoco queremos hiper protegerle y que luego a la mínima se ponga malo.



5. Cómo calentar y temperatura adecuada
Lo ideal es que esté a una temperatura similar a la leche materna, es decir, más o menos a temperatura corporal. Hay quien no recomienda calentar en el microondas, pero en el hospital nos dijeron que lo hacían así, y la verdad nos daba mucha pereza calentar cada bibe al baño maría. Nos regalaron un termo estupendo que usamos tanto cuando nos vamos de paseo como por la noche, así evitamos los paseos a la cocina en cada toma nocturna. De momento no nos hemos comprado calientabiberones, nos vamos apañando así.

6. Alternancia teta y bibe
Yo siempre le ofrezco teta antes que bibe. Hay veces que está media hora mamando y otras que solo cinco minutos. Le doy el bibe cuando suelta el pecho, se pone a protestar y ya no quiere engancharse más.
Hay quien recomienda no usar siempre el mismo patrón y dar el pecho al final o entre medias, pero a nosotros nos funciona muy bien como os he comentado. Aunque como ya os dije también pide teta para dormir, porque tiene gases o simplemente porque quiere calorcito de mami.

7. Cómo dar el biberón
Llevamos toda la vida viendo que el biberón se da con el niño tumbado y el biberón en vertical, así que sin que nadie te haya enseñado lo haces así directamente. Pues no, ¡mal! Cito a la asesora de lactancia de mi grupo de la Liga de Leche: "¿Os imagináis que os tumbaran, os ataran las manos y os metieran en la boca un porrón de vino?" Pues eso.
Nosotros utilizamos la postura del Método Kassing, que además es la recomendada para lactancia mixta. Bebé incorporado (semi sentado) y biberón horizontal. 

Y así es como llevamos prácticamente dos meses. Sigo manteniendo mis gotitas de leche materna, Pajarín se alimenta estupendamente tal y como reflejan sus lorzitas de muslos y brazos y lo más importante, no he dejado de darle el pecho.

¿Hasta cuando podremos mantenerlo? No lo sé, y de momento no me lo planteo ni me lo quiero plantear.





sábado, 28 de noviembre de 2015

Llorar y llorar. Malditas hormonas

"Qué raro todo..." le decía a Papá Oso un par de horas antes de que nos dieran el alta tras el parto. "Llegué hace dos días con un barrigón, y ahora nos vamos a casa con un niño y una barriga flácida".
"A mí no me resulta tan raro", decía... Claro, es lo que tiene ser hombre.

Llegamos a casa, y no me parecía mi casa. Tanto tiempo preparando todo y ahora me sentía una extraña. Papá Oso y yo nos mirábamos, mirábamos a Pajarín, nos volvíamos a mirar y llorábamos. Y así varias veces. Que niño tan bonito, que bien había ido todo (porque tanto mi embarazo como mi parto fueron estupendos, pero esa es otra historia que algún día contaré). Por fin estábamos en casa los tres... Bueno, yo me habría quedado algún día más en el hospital, donde solo ves la tele, recibes visitas y te dedicas a contemplar y alimentar al recién llegado, mientras enfermeras, ginecólogos, pediatras y limpiadoras se encargan del resto.

Aunque he de decir que Papá Oso es todo un amo de casa, y si ya normalmente asume la mayoría de las odiosas tareas domésticas, durante su ridícula baja paternal me pude desentender del todo y dedicarme exclusivamente a Pajarín.

Pues no sé que pasó, que alguien abrió el grifo, y entré en un bucle de llorera continua. Algo que además con las visitas de los primeros días se hace más difícil todavía.

Lloré cuando le hicieron la prueba del talón.

Lloré al mirarle y pensar lo bonito que era, que era MI hijo y que estaba enterito y sano (esto varias veces al día).

Lloré cuando tuve que desnudarle para que la enfermera le pesara y se puso a llorar desconsolado (sí, lloré delante de la enfermera).

Lloré cuando fui a la peluquería a cortarme el flequillo y les contaba lo bien que había ido todo.

Lloré pensando que no iba a poder con esto, que igual me había equivocado y no valía para ser madre (esto también varias veces al día).

Lloré cuando fui al herbolario a comprarme vitaminas.

Lloré esperando a Papá Oso mientras hacía unas fotocopias.

Lloré dándole el pecho y sintiendo esa magia de la lactancia materna.

...y me dejo situaciones en el tintero, pero vamos, os podéis hacer una idea.

A Papá Oso ya le entraba la risa cuando me ponía a llorar, y yo, o lloraba más o me reía y lloraba a la vez. Vamos, una revolución hormonal sin igual e incontrolable.

¡Madre mía!¿Esto era ser madre? ¿No ganar para pañuelos? Alguien, con toda su buena intención, me aseguro que eso era lo que sentía toda la vida con los hijos, pero yo debo ser muy mala madre, porque en un par de semanas se me pasó.

Luego descubrí que este proceso tiene nombre: tristeza puerperal; y que es algo totalmente normal (siempre que no vaya a más).

He de decir que en mi caso me ayudó mucho el contacto con otras mamás (mejor si son recientes, porque mi madre no se acuerda de nada la pobre...). Tenía a mis amigas mamis fritas contándoles mis penas. También compartía llanto con mi imprescindible grupo de whatsapp "Mamás Octubre 2015" con el que contacté a través de un foro de bodas.net, con mis compañeras de pilates para embarazadas y con las mamás que acuden a las reuniones de La Liga de Leche.

La verdad que es un alivio saber que no eres la única, que también hay mamás que lloran cuando van a comprar el pan y que sienten que el mundo ha cambiado y solo tú te has dado cuenta.

Desde entonces prácticamente no he llorado... Solo algún día crítico que huelo a vómito y pis, que son las cuatro de la tarde y sigo en pijama y con pocas expectativas de poder ducharme... 

Aunque miro a Pajarín, tan inocente y bonito, y se me pasa la tontería.

lunes, 23 de noviembre de 2015

...y la hipogalactia llegó a mi vida

Ese momento en el que el mundo se me vino encima... Pajarín no se estaba alimentando, y era por mi culpa.

Una tarde de octubre le preguntaba nerviosa a Papá Oso si los últimos pañales que había cambiado estaban mojados. "Creo que no... No lo sé... A lo mejor muy poco".

" ¿Te has fijado si la rayita se ha puesto azul?", me preguntaba una amiga... ¿Qué rayita? Ni me había fijado en la "modernez" de la rayita, que cambiaba de color cuando el peque mojaba un pañal...
Si mis cálculos no fallaban, hacía 12 horas que Pajarín no hacia pis.

Mantenía 4 o 5 conversaciones simultáneas por whatsapp, con mamás recientes y alguna más experimentada, con un nudo en el estómago esperando que me dijeran que eso era normal.

Pero los resultados de Google no decían eso: "Seis o más pañales mojados al día, pis por cada toma..."

Con el nudo en el estómago nos fuimos a urgencias. Analítica de sangre para el peque y sacaleches para mi.

Creo que no lo he pasado peor en la vida. Tengo pánico a los análisis, y observar como sacaban sangre a mi pequeño de una semana que lloraba desconsolado no se va a borrar jamás de mi memoria.
Mi nerviosismo fue aumentando por minutos. Me tenía que extraer leche y de ahí no salía nada (bueno sí, unas gotitas). El pecho se me puso blandísimo, Pajarín no quería engancharse y lloraba desesperado. Le dieron 10ml de fórmula en una jeringuilla y a los 10 minutos hizo pis (por fin!).
Nos dejaron ingresados por la deshidratación del peque y para que yo siguiera utilizando el extractor después de cada toma.

Otra vez en el hospital, y esta vez por nada bueno. Me sentía la peor madre del mundo. ¿Cómo no me había dado cuenta antes de que no hacía pis? ¿Cómo no me había informado de las veces que debía hacer pis? ¿Por qué nos había pasado esto si le daba el pecho a demanda?

Meses antes de dar a luz, y por recomendación de varias amigas, me zambullí en el mundo de la lactancia. No es tan fácil como parece, me dijeron; infórmate bien, me aconsejaron. Y así lo hice. Acudí a varias reuniones de La Liga de la Leche, me leí de cabo a rabo su libro "El arte femenino de amamantar", (que por cierto recomiendo totalmente); y me sentía muy preparada e informada para afrontar la lactancia con ganas.

Pajarín comenzó a mamar al poco de nacer, en nuestro primer momento "piel con piel", y las primeras horas lo hacía constantemente. Una de las enfermeras comprobó que tenía calostro (con muy poca delicadeza he de decir, vaya pellizco!), además de asegurarme que tenía un pecho perfecto para amamantar (ayyy... Si yo te contara!). Nuestra lactancia materna fue a demanda siempre. Pajarín pedía cada hora y media, dos horas.  A veces estaba una hora, otras media, otras casi dos horas... Y aunque era duro y sacrificado, sabía que merecía la pena y era lo mejor para él.

En la revisión con la matrona a los cuatro días, comprobó que tenía leche (es decir, ya me había subido), y de hecho me estuvo recomendado que me masajeara porque se me ponía un pecho muy duro y al niño le costaría mucho sacar.

Efectivamente, le costaba sacar porque prácticamente no había. En una semana había perdido un 14% de peso pese a la lactancia a demanda.

El extractor no era mi amigo. Además de ser desagradable solo sacaba 2 o 3 ml cada vez que lo utilizaba. Nos aumentaron el refuerzo, y en un solo día el peque engordó.

He de decir que me rendí a la lactancia artificial, aunque no del todo. Le seguía poniendo al pecho en cada toma hasta que él quería y después le dábamos el biberón, que devoraba sin pensárselo.
Mi sentimiento en ese momento (y de vez en cuando reaparece) era de fracaso absoluto. Tanto informarme e intentar hacer las cosas bien no había servido para nada. Mi pequeño se había estado deshidratando por mi culpa y ahora además le tenía que dar fórmula (hasta entonces me consideraba anti-bibes).

Casi dos meses después hemos asumido la situación, así como mi hipogalactia. Y sí, me he asegurado totalmente de que soy "Hipogaláctika". Tras unas analíticas perfectas y un parto igual de bueno, achaco este problema a una intervención mamaria a la que me sometí hace años, que aunque me dijeron que no interferiría en la lactancia materna, parece que sí lo ha hecho. Y digo que me he asegurado totalmente, porque aunque en un principio me sentía abrumada por la situación y no tenía fuerzas para luchar, no me suelo rendir fácilmente y quería agotar todas las vías para evitar sentir que podría haber hecho algo más.

Hay un método (o tortura) llamado Extracción poderosa, que consiste en utilizar durante 48-72h un extractor eléctrico cada hora ( por las noches cada 3-4h), para aumentar la producción de leche. Pues ahí me véis cual vaca lechera dale que te pego con el sacaleches (alquilé uno eléctrico doble en Prenatal), además de las pertinentes tomas de Pajarín. Fue agotador tanto a nivel mental como físico, pero necesitaba hacerlo.

Según dicen, si esto no funciona, hay un problema real, y así fue. Mi extracción diaria no superaba los 30 ml y no aumentó en ningún momento.

Mi mayor miedo era dejar de dar el pecho, y es lo que estoy intentando mantener a toda costa. Además de ponerle al principio de cada toma, pide "teta" para dormir, para hacer caca, cuando tiene gases, cuando está intranquilo,... Necesidades que no cubre el biberón, y yo encantada. Pienso que no hay contacto más bonito que el de mamá y bebé al darle el pecho.

Marchando una de leche mixta!