lunes, 22 de mayo de 2017

Ahora que soy "bimadre"

Nuevo post de Ángela, esta vez hablando sobre su experiencia sobre "bimaternidad". Puedes leer sus experiencias de parto aquí y aquí, y además puedes leer más en su blog: Criando desde el corazón :)

Hace casi seis meses que me convertí en “bimadre” y, desde ese momento, tuve claro que a pesar de tener experiencia como madre me sentía primeriza. Y sí, realmente era primeriza, pues era la primera vez que iba a cuidar a mi hijo Gael. A pesar de las inevitables comparaciones, hemos intentado “olvidarnos” de lo que hicimos o dejamos de hacer con el mayor. 

Enseguida empezó a acontecer todo aquello que tanto nos preocupaba durante el embarazo:
¿Cómo sería la reacción de Unay al ver por primera vez a su hermano?
¿Podré querer a los dos por igual? 
¿Es verdad eso de que se “ensancha el alma”? 
¿Y si aparecen los celos? 
¿Cómo me organizaré la primera vez que tenga que salir sola a la calle con ellos?
¿Podré sobrevivir cuando el padre vuelva a trabajar? 





Sí, te das cuenta de que eres capaz de eso y mucho más. Quieres a los dos exactamente igual, te sientes tan llena de amor que parece que vayas a explotar en cualquier momento, te enamoras cada vez más de tu recién llegado bebé y de tu hijo el mayor, ves a tu chico particularmente guapo… y todo va viento en popa. 

Pero también hay momentos no tan idílicos, de esos que no aparecen en Instagram ni otras redes sociales, y es que la primera vez que tu hijo mayor hace algo al bebé, sientes un dolor profundo. Dolor por ambos, por el bebé, porque es tan pequeño, tan frágil que te duele en el alma; por el mayor porque sabes que ya nada será como antes, que solo quiere volver a estar contigo igual que antes de la llegada de su hermano. 





Te sientes impotente cuando ambos lloran y sabes que te necesitan por igual, pero no puedes dividirte. Entretanto y por si el postparto no fuese lo suficientemente intenso, tienes una mastitis, un susto enorme con el "hijoperro", una lavadora rota durante una semana… y un cúmulo de despropósitos. 

¡Ay las lavadoras! Nadie me dijo que el número de hijos NO es directamente proporcional al número de lavadoras que se ponen al cabo del día.



Pero los días van pasando, y te levantas cada mañana dispuesta a enfrentarte a “nuevos retos”. Como salir con los dos al parque sola, a pasear al perro, a comprar… y te sientes “poderosa”. Puedes con eso y con más, ¡claro que puedes! 

Con lo que no puedes es con las lágrimas de los dos, con no poder atenderles como lo necesitan en cada instante. Pero no me culpo, hago todo lo que puedo y les doy las gracias a los dos cada día por lo fácil que nos lo están poniendo.


Sin duda, es toda una aventura, la mejor que hemos vivido hasta ahora. Cuando los veo juntos, sólo puedo pensar qué afortunados somos. Volvería a repetir esta “locura” de ser "bimadre" sin pensarlo ni un solo instante. Porque estamos aprendiendo a ser padres de nuevo, porque es maravilloso verles juntos, porque cada vez intentamos ser mejores personas por ellos, porque estamos aprendiendo mucho y disfrutando más todavía…

¡Gracias hijos! 










Ángela

martes, 16 de mayo de 2017

Te llevaré siempre

La semana pasada se celebró la I Semana Europea del Porteo (8 al 14 de mayo de 2017), con el lema "Te llevaré siempre".
Aprovechando la ocasión, fui compartiendo en Instagram durante estos siete días, fotos porteando en distintos portabebés.



Mochila Fidella con bebé de 19 meses y 14 kilos




Bandolera Didymos Indio Aurora con bebé de 19 meses y 14 kilos




Fular elástico Boba Wrap con bebé de 5 meses y 8 kilos




Fular Yaro Contra con muñeco (practicando para mi formación de Asesora de Porteo)


Portear satisface esa necesidad fundamental de contacto de nuestros bebés, tan importante como el alimento y la seguridad. 

Los portabebés son una herramienta que facilitan que podamos compatibilizar las necesidades de nuestrx hijx y las nuestras, de modo que puedo mantenerle junto a mi teniendo las manos libres, lo que me permite realizar otras tareas e incluso atender a otrxs hijxs si los tengo.

Pero lo importante es ese "Te llevaré siempre"; en brazos o porteado hasta que él/ella decida, en el alma y el corazón toda nuestra vida.

domingo, 7 de mayo de 2017

Hace mucho que no te escribo una carta...

Hola mamá,

Hace mucho que no te escribo una carta. La última fue tal vez cuando estaba en el colegio, ¿no? No lo recuerdo, la verdad. Seguro que tú, que lo apuntas y lo guardas (absolutamente) todo, lo sabes.

Hace ya 31 años que nos conocemos, 31 años desde que tú te convertiste en madre y yo en hija. ¿Recuerdas ese momento? Magia, ¿verdad? Seguro que yo lo llevo impregnado en lo más profundo. Esa primera mirada, ese amor profundo.

Este es el segundo año en el que además de celebrar que soy hija, celebro que soy madre. Tu regalo llega tarde, y el mío para compensar, también. Pero, ¿qué mejor regalo que tener hijxs felices y sanos? En este caso, yo para ti, Pajarin para mi.

"Dar nacimiento a un niño es hacerse madre, pero es también volver a ser la hija de su madre. Todas las mujeres dan a luz pensando en sus madres." 

¿Recuerdas cuándo me puse de parto?

-No sé si voy a poder, mamá. Tengo miedo.
-Claro que podrás. Tranquila, estás preparada. 

Y pese a tu mala experiencia en el parto, el trato desagradable del personal el día más importante de tu vida, y el dolor posterior de unos puntos infectados, me animaste, y te maravillaste de mi parto disfrutado.




Reconozco que he aprendido cosas de ti que no me gustan, y me esfuerzo por no repetir esos patrones que me inquietan y me impiden disfrutar de la vida: la autoexigencia y ese afán de alcanzar la perfección, la autocrítica y la incomodidad de recibir halagos, el afán de tener todo bajo control (lo propio y lo de los demás).

Sin embargo, disfruto bailando y cantando, haciendo listas y organizando plannings semanales, río casi siempre, me gusta escuchar y también que me escuchen, cuido y estoy pendiente de los que me importan, quiero mucho a los que me quieren (y a veces también a los que no me quieren), me emociono con facilidad y también me enfado rápidamente (aunque no me suele durar mucho). Todo esto y mucho más, también te lo debo a ti.




Cada vez que necesito tranquilizarme y respiro profundamente, hinchando la tripa mientras cojo aire por la nariz y lo expulso despacio por la boca, me acuerdo de ti. De cuando era pequeña y te sentaste conmigo en la cama y me enseñaste a hacerlo. De las veces que me recordaste que lo hiciera para calmarme. Parece algo simple, pero ha sido y es una herramienta imprescindible en mi vida.

Me encanta que me digas que estás leyendo a Carlos González, que compartas artículos en Facebook sobre educación Montessori, sobre crianza en brazos y la importancia del contacto. 

Y noto a veces que asoma la culpa en ti. Te lamentas de que no estuviera disponible esta información, de que "se hacía lo que decía el pediatra", y siento pena, por ti y por mi, y por todas aquellas mujeres a las que, en gran parte, anularon su instinto materno. 

El mundo emocional del adulto tiene su base en la vida intrauterina, y sé que fuimos muy felices cuando éramos solo una. El resto lo hemos ido viviendo lo mejor que hemos sabido, aprendiendo a cada paso, creciendo y llegando a convertirnos en quienes somos hoy.

Te quiero mamá, soy quien soy en gran parte gracias a ti. Y todavía, aún siendo madre, cuando tengo miedo, cuando me invade esa niña que en el fondo soy, deseo volver a tus brazos, volver a ser pequeña y sentirme segura, sentir que todo va bien si tú estás conmigo.




Feliz Día de la Madre!

(Papá, no te pongas celoso, tu carta la dejamos para tu cumple).


lunes, 1 de mayo de 2017

Una nueva vuelta al sol

El pasado 26 de abril cumplí 31 años, un día especial en el que un año nuevo empieza, el aniversario de mi nacimiento, el inicio de una nueva vuelta al sol.

Miro atrás y me sorprende lo rápido que pasa la vida. Hace nada hablaba sobre mis 30 años , y de repente aquí estoy de nuevo, estrenando número.

Me gusta cumplir años, no solo por la celebración y los regalos (que también), sino por esa sensación de celebrar mi día, el día de mi llegada al mundo.




Y aunque a veces me da vértigo la vida adulta y las responsabilidades que van siendo mayores con la edad, disfruto al ser consciente de mi evolución. 

No soy la misma que era hace un año, y probablemente el que viene también seré diferente.

Misma esencia, cuerpo similar y nuevos aprendizajes que me van ayudando a configurar a esta mujer, a esta madre, a esta niña.

Sigo disfrutando, viviendo, eligiendo, dando vueltas al sol en zapatillas, vaqueros, despeinada, y con un pequeño porteado a la espalda.