Nuevo post de Ángela, esta vez hablando sobre su experiencia sobre "bimaternidad". Puedes leer sus experiencias de parto aquí y aquí, y además puedes leer más en su blog: Criando desde el corazón :)
Hace casi seis meses que me convertí en “bimadre” y, desde ese momento, tuve claro que a pesar de tener experiencia como madre me sentía primeriza. Y sí, realmente era primeriza, pues era la primera vez que iba a cuidar a mi hijo Gael. A pesar de las inevitables comparaciones, hemos intentado “olvidarnos” de lo que hicimos o dejamos de hacer con el mayor.
Hace casi seis meses que me convertí en “bimadre” y, desde ese momento, tuve claro que a pesar de tener experiencia como madre me sentía primeriza. Y sí, realmente era primeriza, pues era la primera vez que iba a cuidar a mi hijo Gael. A pesar de las inevitables comparaciones, hemos intentado “olvidarnos” de lo que hicimos o dejamos de hacer con el mayor.
Enseguida empezó a acontecer todo aquello que tanto nos preocupaba durante el embarazo:
¿Cómo sería la reacción de Unay al ver por primera vez a su hermano?
¿Podré querer a los dos por igual?
¿Es verdad eso de que se “ensancha el alma”?
¿Y si aparecen los celos?
¿Cómo me organizaré la primera vez que tenga que salir sola a la calle con ellos?
¿Podré sobrevivir cuando el padre vuelva a trabajar?
¿Cómo sería la reacción de Unay al ver por primera vez a su hermano?
¿Podré querer a los dos por igual?
¿Es verdad eso de que se “ensancha el alma”?
¿Y si aparecen los celos?
¿Cómo me organizaré la primera vez que tenga que salir sola a la calle con ellos?
¿Podré sobrevivir cuando el padre vuelva a trabajar?
Sí, te das cuenta de que eres capaz de eso y mucho más. Quieres a los dos exactamente igual, te sientes tan llena de amor que parece que vayas a explotar en cualquier momento, te enamoras cada vez más de tu recién llegado bebé y de tu hijo el mayor, ves a tu chico particularmente guapo… y todo va viento en popa.
Pero también hay momentos no tan idílicos, de esos que no aparecen en Instagram ni otras redes sociales, y es que la primera vez que tu hijo mayor hace algo al bebé, sientes un dolor profundo. Dolor por ambos, por el bebé, porque es tan pequeño, tan frágil que te duele en el alma; por el mayor porque sabes que ya nada será como antes, que solo quiere volver a estar contigo igual que antes de la llegada de su hermano.
Te sientes impotente cuando ambos lloran y sabes que te necesitan por igual, pero no puedes dividirte. Entretanto y por si el postparto no fuese lo suficientemente intenso, tienes una mastitis, un susto enorme con el "hijoperro", una lavadora rota durante una semana… y un cúmulo de despropósitos.
¡Ay las lavadoras! Nadie me dijo que el número de hijos NO es directamente proporcional al número de lavadoras que se ponen al cabo del día.
Pero también hay momentos no tan idílicos, de esos que no aparecen en Instagram ni otras redes sociales, y es que la primera vez que tu hijo mayor hace algo al bebé, sientes un dolor profundo. Dolor por ambos, por el bebé, porque es tan pequeño, tan frágil que te duele en el alma; por el mayor porque sabes que ya nada será como antes, que solo quiere volver a estar contigo igual que antes de la llegada de su hermano.
Te sientes impotente cuando ambos lloran y sabes que te necesitan por igual, pero no puedes dividirte. Entretanto y por si el postparto no fuese lo suficientemente intenso, tienes una mastitis, un susto enorme con el "hijoperro", una lavadora rota durante una semana… y un cúmulo de despropósitos.
¡Ay las lavadoras! Nadie me dijo que el número de hijos NO es directamente proporcional al número de lavadoras que se ponen al cabo del día.
Pero los días van pasando, y te levantas cada mañana dispuesta a enfrentarte a “nuevos retos”. Como salir con los dos al parque sola, a pasear al perro, a comprar… y te sientes “poderosa”. Puedes con eso y con más, ¡claro que puedes!
Con lo que no puedes es con las lágrimas de los dos, con no poder atenderles como lo necesitan en cada instante. Pero no me culpo, hago todo lo que puedo y les doy las gracias a los dos cada día por lo fácil que nos lo están poniendo.
Con lo que no puedes es con las lágrimas de los dos, con no poder atenderles como lo necesitan en cada instante. Pero no me culpo, hago todo lo que puedo y les doy las gracias a los dos cada día por lo fácil que nos lo están poniendo.
Sin duda, es toda una aventura, la mejor que hemos vivido hasta ahora. Cuando los veo juntos, sólo puedo pensar qué afortunados somos. Volvería a repetir esta “locura” de ser "bimadre" sin pensarlo ni un solo instante. Porque estamos aprendiendo a ser padres de nuevo, porque es maravilloso verles juntos, porque cada vez intentamos ser mejores personas por ellos, porque estamos aprendiendo mucho y disfrutando más todavía…
¡Gracias hijos!
Ángela
¡Gracias hijos!
Ángela
Al leer tu post me he sentido tan identificada… Hace unos días, aprovechando la fiesta del cine, fuimos con nuestra hija mayor a ver el bebe jefazo. El fondo de la película enmascarado en comedia es el nacimiento de un hermano. Mientras mirábamos la pantalla, mi hija se giró y me preguntó ¿mamá por qué lloras si es de risa? Y es que volví 21 meses atrás y recordé cuando llegó el bebé a casa y todo cambió. Ahora éramos madre y padre de dos. Y como dices todo lo que creíamos saber no nos servía de nada. Aina fue un bebe y Robert es otro bebe. Lo único que tienen en común son sus padres y sus genes. Entre otras cosas lo que me tocó la fibra de la película es ver cómo, sin quererlo, el pequeño requiere tu atención y no puedes dedicarte como antes a la mayor como hasta ahora. Nuestro pequeño fue 100% a demanda de pecho. Esto para el fue genial pero no lo fue tanto para su hermana que cada vez que requería a su madre tenía un bebé enganchado a la teta. Tuve que delegar cosas que hasta ese momento eran cosa mía a papá y aunque él lo hacía con más ganas que maña yo me sentía fatal por no poder desenredarle el pelo a mi niña o irnos a patinar (con una cesárea recién hecha ni se me pasaba por la cabeza montarme en un patín), ir al cine, ver una peli tranquilas en casa, bajar a la piscina todo el día… Teníamos un infiltrado ;) Yo pensé que al llevarse casi 8 años sería más fácil. Me equivocaba. Es verdad que como dices es duro en muchas ocasiones. Pero como también dices cuando los ves juntos todo lo difícil compensa. Cada un@ nos enseña y nos enseñará cosas diferentes. Y siempre tendrán un herman@ para pelearse, jugar, confiar, apoyarse… Yo tampoco cambio esta aventura, como creo que bien defines, de la bimaternidad por nada. Me maravilla mi ensanchamiento del alma. Sigue escribiendo! Me encanta compartir tu experiencia.
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