Este post debería haberlo dedicado a los regalos del primer cumple de Pajarin, pero será el próximo. Esta semana necesitaba recordar mi peor momento desde que me convertí en madre.
Pajarin tenía una semana y no hacía pis. Si has leído la entrada con la que inicié este blog, seguro que te suena (si no, puedes leer la historia completa aquí). Ayer, 13 de octubre, se cumplía un año desde que nos dieron el alta en el hospital por segunda vez.
No quiero recordarlo como un drama, aunque en ese momento lo fue. Pero, si algo he aprendido a lo largo del tiempo, es que todo pasa por algo, y lamentablemente, aquello tenía que pasar. Desde la distancia, recuperada de aquel trago tan amargo, he sido capaz de analizar cada segundo de aquellos días, de todo lo que no funcionó y de como podría haber actuado si hubiera sabido todo lo que sé ahora, o mejor, como deberían haber actuado los que se suponía qué sabían.
Si me sigues en redes sociales, tal vez has leído que me he empezado a formar como Asesora de Lactancia. Me parece un papel fundamental y necesario en nuestra sociedad actual, en la que estamos desconectados de nuestra naturaleza, ha desaparecido la tribu, y los profesionales, lamentablemente en numerosas ocasiones, confunden en lugar de ayudar.
Sabiendo lo que sé actualmente sobre lactancia materna, me vienen a la mente imágenes de lo que viví en mi primera semana como madre.
El nudo en el estómago con el que llegué al hospital, se unió a las lágrimas y al miedo al decirme que tenían que hacer un análisis de sangre a Pajarin. Las luces, los médicos, las enfermeras, el sacaleches que no sacaba nada. No entendía que estaba pasando y mi pecho se puso muy blando.
Al subir a planta, tras el mal rato con la analítica y dar fórmula por primera vez a mi bebé para que hiciera pis, un enfermero y una auxiliar entraron en la habitación. Las luces, Pajarin llorando, ese enfermero apretándome el pecho con muy poca delicadeza poniendo cara de "aquí no sale nada, pobre bebé".
Me puse a Pajarin al pecho, que rechazaba bruscamente (desde que llegamos al hospital). Mediante una jeringuilla con una cánula conseguimos que se enganchara (con el correspondiente pellizco de la auxiliar para introducir mi pezón en la boca de Pajarin). Y tras la toma, sacaleches que seguía sin sacar (casi) nada. Y así una y otra vez.
Fueron 48 horas muy complicadas. Para todos. Pero sobre todo para mi.
Las enfermeras me consolaban al verme llorar: "No te preocupes, yo le di biberón y está genial", "A mi vecina le pasó lo mismo, y oye, que se le va a hacer, sino se puede, no se puede". Y lo reconozco, en ese momento me consolaban, aunque solo por unos minutos. Me comentaron incluso que pasaría el ginécologo para darme la "pastilla que corta la leche".
Una vez nos dieron el alta, nos derivaron a la consulta de lactancia. ¿Ahora? Creo que de nada sirve una consulta de lactancia, con su matrona especializada en el tema, si al entrar por urgencias no hay nadie preparado en el equipo que trata a madre y bebé.
Tal vez, si las cosas se hubieran hecho de otra manera...
-Negligencia del pediatra que dió el alta a Pajarin, que nos indicó que no nos preocuparamos si en dos o tres días no hacía caca, es normal. [ERROR: con lactancia materna el bebé debe hacer caca. Es un signo muy evidente de que está comiendo, y desaparece el meconio]. Pajarin el tercer día seguía expulsando meconio, pese a tomar teta a demanda.
-Personal en urgencias pediátricas con poco (o nulo) conocimiento sobre lactancia materna. Me dejaron a solas con un sacaleches por primera vez, sin saber como funcionaba (ni yo ni ellxs).
-Poca delicadeza en el trato a la madre puerpera. Demasiadas luces, comentarios poco acertados, manipulación del pecho muy brusco. La oxitocina es taaan importante para la producción de leche, que situaciones traúmaticas, de shock, miedo, etc; pueden hacer mucho daño.
-Me derivaron a la consulta de lactancia tras 48 horas ingresados. Nadie especializado en el tema me trató esos dos días.
La sensación de que has hecho algo más, que eres una niña que no sabe cuidar de su bebé, que eso que tú considerabas tan importante no lo es tanto... La delicadeza en las palabras y el trato de la madre puerpera, de la madre que amamanta, es tan importante, tan necesario...
Menos mal que tenía al grupo de La liga de la leche, en el que me apoyé, y gracias al cual conseguí mantener por un tiempo aquello que para mi era tan necesario.
Mi lactancia materna podría haber durado una semana; sin embargo la disfrutamos cuatro meses.