jueves, 1 de junio de 2017

A solas en tren con Pajarin

El pasado 26 de mayo viajé por primera a solas en tren con Pajarin. Es decir, en el tren había más gente, pero responsables de Pajarin, solo yo.

Tras un viaje eterno Pamplona-Cádiz, decidimos ahorrarle (y ahorrarme) unas cuantas horas de coche cogiendo un Ave Sevilla-Madrid.

Pensé que si viajábamos después de comer, igual se dormía y se nos hacía cortito el viaje (Ay! amiga, tú tan soñadora como siempre). Aún así fui cargada con múltiples "divertimentos" que pudieran entretenerle por si mis deseos más profundos no se cumplían.

Y es que la hora elegida para viajar yo la considero esencial. Bueno, más que la hora, el momento. Cada niño es diferente y sus ritmos también, por lo tanto es cada familia la encargada de valorar "ese momento", aunque también habrá niñxs que se adapten a cualquier situación y cualquier momento les parezca bien (e incluso duerman todo el viaje!).

Pues bien, viajar en el "momento siesta" en tren, no resultó mal del todo. Pajarin estaba cansado y su nivel de energía era bajo, pero la situación era nueva y había demasiados estímulos como para dormirse: los botones que manejan el audio de la película y radio del tren, gente sentada delante y detrás, la ventanilla y la rejilla del aire acondicionado, unas bandejas que suben y bajan y que además se pueden usar como tambor, un reposabrazos que también sube y baja, un asiento del que bajar y volver a subir, el ruido que hacen las cosas al tirarlas al suelo, recostarse haciendo ilusiones a mamá de que se duerme y volver a sentarse, etc.




Reconozco que me la jugué, porque esa baja energía y esa situación nueva, podrían haber derivado en un bucle infinito de cansancio y niño "pasado de rosca", con sus correspondientes enfados, frustraciones, gritos y llanto. Es algo que ya nos ha pasado alguna vez yendo en coche, y bueno, es complicado, pero consigo gestionarlo con paciencia o incluso parando. Pero, ¿y si me hubiera pasado en el tren? Pues mochila de porteo y paseo por el pasillo ida y vuelta y cruzar los dedos.

Al viajar en tren con un bebé menor de dos años, no tiene asiento propio; viaja encima de ti (obviamente puedes pagar un asiento para un niño mayor de dos años y listo). 20 meses y 14 kilos  de niño en movimiento durante dos horas y media sobre mi, no es la situación ideal, y guardaba la esperanza de que el asiento de mi lado estuviera libre, aunque en un Ave Sevilla-Madrid un viernes al medio día, era más que complicado. 

Al ver que el tren arrancaba y el asiento de mi lado estaba vacío, casi lanzo confeti y serpentinas, pero a la media hora apareció su ocupante "que estaba comiendo en la cafetería".  Debí poner cara de desesperación, y la maravillosa mujer decidió buscar otro asiento "para que viajáramos tranquilos, que viajar con un niño en tren no es fácil. Tengo tres, sé lo que es". Casi se me caen dos lagrimones de la emoción...

Y así transcurrió nuestro viaje, entre minilibros (estos de Kalandraka son geniales), encajables, cuentos y canciones. Por suerte, Pajarin no se sintió tentado por el pasillo, tan recurrente como entretenimiento para "primeros caminantes". Fue sentado en el asiento de la ventanilla y creo que el hecho de que ningún niñx pasara por nuestro lado "de paseo" evitó que descubriera esa opción tan maravillosa de viajar en tren. Aunque no descarto que en próximos viajes lo descubra y nos paseemos en bucle vagón tras vagón.




Para terminar, me gustaría dejar aquí una reflexión en cuanto a viajar en tren con niños. Creo que es uno de los medios más utilizados por familias, ya que es cómodo, ahorras tiempo y el hecho de que otro conduzca nos permite ocuparnos de los niños, los que, además, pueden moverse sin problemas durante el viaje. Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido la maravillosa idea de crear un vagón para familias (con niños, se entiende), con sus mesitas y asientos más bajos para que puedan pintar, con una zona de suelo adaptada donde puedan jugar, un cambiador en condiciones dónde quepan niños más grandes de tres meses y no apeste a "pis reconcentrado" y otras cosas... Donde los padres puedan viajar tranquilos con ese alboroto de niños de fondo y sin la tensión del hijo que grita y llora y las miradas acusadoras de medio vagón que quiere viajar "tranquilo" ¿Será por seguridad o simplemente no interesa?
Ya existe el Coche Silencio, en el que obviamente no se permite que viajen niños... Saquen sus propias conclusiones.

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