viernes, 29 de abril de 2016

Viernes de parto: Pequeña, frágil, tan deseada y soñada

Aunque no termine de creérselo, mi "más mejor amiga" es la impulsora de toda esta revolución maternal por la que estoy pasando. Ella me enseñó la importancia de un embarazo consciente y un parto respetado, y que otro tipo de crianza es posible.
Disfruta del relato de su parto...

La historia de mi parto la recuerdo siempre con mucho cariño. Empezó mucho antes incluso de quedarme embarazada. Uno de mis deseos desde hacía mucho tiempo era tener un bebé, así que una de mis prioridades era la información; quería ser consciente de cada momento y tener, dentro de lo posible, el mayor control de la situación.

Y así pase los nueve meses de embarazo (y alguna semana más…), leyendo libros, blogs, foros, todo aquello que me enriqueciera.

Debo decir, que vivo en Torrejón de Ardoz desde hace 13 años y desde hacía mucho tiempo la idea de un hospital propio nos emocionaba a los habitantes de aquí. Cuando el hospital fue una realidad a finales de 2011, fue una total alegría y mucho más saber que el proyecto en la zona de maternidad era tal cuál la había deseado para mi parto.

Durante mi embarazo (en el 2012), los relatos de partos en Torrejón eran escasos, pero todos “ideales”, en el sentido de que eran partos respetados (mi mayor deseo).

Llego el deseado 13 de Marzo de 2013, aquella fecha probable de parto tan esperada, pero mi pequeña no tenía ninguna intención de salir aún. Soy una total convencida de la importancia de respetar el tiempo de nacimiento. El propio bebé sabe  qué momento es el correcto para nacer (siempre que no haya dificultades o dudas), así que para mí era muy importante que el hospital respetará el momento de ponerme de parto y la no inducción.

El problema era que los días pasaban y mi paciencia se iba agotando. Se juntaba el agotamiento físico, las ansias por ver su carita (y las ansias de los de alrededor), la revolución hormonal que invade tu cuerpo... Me sentía preparada, tenía claro lo que quería para mi parto, mi compañero ideal, la lista de reproducción de música especial,... pero mi pequeña aún no se encontraba preparada.

A las 41+2 semanas, previa paella en casa de los papis de Raquel-Mamá Hipogalactika (mi peque sí que sabe!), y después de ver una de las pelis de Crepúsculo en el sofá de mi casa con mi chico e irnos a dormir sobre las once de la noche; a las doce no pude dormir más, porque al fin!!! Llegaron las esperadas contracciones. 

No me lo podía creer, había llegado el momento, y en silencio me fui hacia el salón a escuchar la música que me había acompañado en todo mi embarazo, me senté en la pelota de Pilates y pasé las primeras contracciones allí, a oscuras, mientras le hablaba a mi pequeña… fue emocionante despedirme de la barriguita, darme seguridad y dársela a ella, ya que sabía que ese día nos conoceríamos, con la certeza de que todo saldría genial.

Sobre las cinco de la madrugada, desperté a mi dormilón marido, que ni se había enterado que yo no estaba en la cama. Se despertó sobresaltado y me preguntó cada cuánto eran las contracciones. Efectivamente, las había contabilizado cada 5 minutos, y aunque antes de ese día, mi intención era esperar lo más posible en casa, deseaba ir corriendo al hospital. Él, más relajado de lo que yo me hubiera imaginado, se sentó a desayunar porque, palabras textuales “hoy va a ser un día largo y no sé cuándo voy a poder comer, ya que no me voy a separar de tí ni un momento”.

Sobre las 6:30 llegamos al hospital. Me preguntaron si quería que me hicieran un tacto para ver cómo íbamos, acepté ya que mi intriga era grande por lo dolorosas que eran las contracciones y en ese momento, para mi desanimo, solo estaba de 3cm. Me pasaron a la sala de monitores y efectivamente, tenía contracciones constantes y fuertes. Me dieron la opción de irme a casa o quedarme cerca del hospital dando un paseo, mi opción fue esta última, aunque me volvieron a mirar antes de irme y sorprendentemente ya estaba de 5cm, me quedaba ya!! 

Me preguntaron cuál era mi ideal de parto, y les contesté que quería el parto más natural posible y en la bañera si era posible, pero se me adelantó mi “compañera de monitores” (que a la vez había sido mi “compañera de clases de preparación al parto”) y la habitación con bañera quedó ocupada.

Esto me desanimo un poco, pero pasamos a nuestra “suite”: una habitación grande, bonita, con una gran ducha y con mucho espacio para caminar.

Lo primero que hice fue meterme a la ducha con agua caliente que me masajeaba la espalda y que me hizo mucho más llevaderas las contracciones. Después, decidí sentarme en la pelota, caminar por la habitación,... y mi chico detrás limpiando, porque había roto la bolsa e iba empapando todo (la matrona en una de las veces que entró le regañó; ya limpiarían ellas todo).

Una de las veces que vinieron a verme, me preguntaron si quería que me hicieran un nuevo tacto, al cuál yo accedí, con la sensación de que ya estaría por lo menos de 8 o 10, ya que las contracciones ya eran insoportables y mi fuerzas empezaban a flaquear… La gran desilusión fue que aún seguía de 5 cm. 

Después de muchos paseos por la habitación para intentar llevar mejor las contracciones, entraron las matronas para decirme que lamentablemente debía tumbarme un ratito porque el monitor no estaba detectando bien a la pequeña y teníamos que asegurarnos que todo iba bien. Me tumbé pero esto hizo que mis contracciones fueran casi insoportables, sentía que no iba a poder, y pedí la “walking epidural” (es una dosis más baja que te da mayor movilidad, pero te ayuda a pasar mejor cada contracción).

Esto me las hizo más llevaderas y por lo menos podíamos asegurarnos que todo estuviera marchando bien… Tras muchos rato tumbada, entró la matrona junto a una ginecóloga (lo cual me hizo sobresaltarme un poco, ya que sabía que en este hospital los partos son llevados por matronas a menos que pase algo). La ginecóloga, súper agradable, nos explicó que los monitores no estaban dando unos resultados normales y que debían ayudarme para que naciera la niña cuanto antes. No podíamos correr el riesgo, ya que había claros indicios de sufrimiento fetal y afectaba a su corazón. Nosotros accedimos y confiamos plenamente en ellas, lo único que nos importaba llegado ese momento era ver a nuestra pequeña sana.

Después de un rato empujando y con la ayuda de fórceps, a las 16:10h de aquel lunes 25 de marzo de 2013, sentí encima de mí a mi pequeña princesita Daniela. Fue maravilloso, casi sin fuerzas, ver sus grandes ojos abiertos, pequeña, frágil, tan deseada y soñada.



































No fue el parto 100% natural y sin intervención que deseaba, pero me sentí respetada por cada una de las matronas y médicos de aquel día, su trato humano, tierno, siempre lo recuerdo con cariño. Además fuimos consultados e informados en cada momento. Lo más importante, mi pequeña y yo estábamos fenomenal, preparadas para la nueva etapa que emprenderíamos juntos los tres ese día.

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